Las hijas e hijos de los diáconos en el itinerario vocacional del padre (I)

Las hijas e hijos de los diáconos en el itinerario vocacional del padre (I)

Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de octubre de 2020

En relación con la Editorial del mes de pasado un diácono hacía el siguiente comentario en nuestra web: «Es muy oportuno reflexionar además de las reflexiones teológicas ya conocidas, sobre la vivencia desde el mismo diácono en el desempeño de su ministerio, como la experiencia de la esposa en su relación con su esposo diácono. La Teología del Diaconado Permanente, se hace realidad y se vive en el matrimonio, con los hijos, en comunidad, en el trabajo y en todas partes en dónde el diácono desarrolla su vida. Es muy importante para la Iglesia su testimonio de humildad, sencillez, obediencia y servicio con amor verdadero.»

Este comentario activaba el interés por el lugar que ocupan las hijas e hijos de los diáconos en el itinerario vocacional de estos. Son muchas las ocasiones en las que nos hemos referido al papel central de las esposas de los diáconos, pero no así de las hijas e hijos. Dedicaremos varias editoriales a esta cuestión tan interesante y crucial.

En esta ocasión centraremos esta reflexión a mostrar como trata este asunto en los documentos vaticanos de la Ratio (R) o Normas básicas de la formación de los diáconos permanentes, y en el Directorio para el ministerio y la vida de los diáconos permanentes (D) del año 1998.

Los documentos citados dan una relevancia a las hijas e hijos en el itinerario vocacional de su padre, tanto en la fase de formación propedéutica, en el proceso formativo, en el momento de la ordenación, en el ejercicio del ministerio, e incluso en la formación permanente.

La Ratio insiste que en el proceso del año propedéutico las hijas e hijos de los aspirantes deben ser escuchados y acompañados, a los responsables de formación de este periodo se les pide que se relacionen «con las familias de los aspirantes casados para cerciorarse de su disposición para aceptar, compartir y acompañar la vocación de su familiar» (R ​42). Implicación que extiende a todo el proceso formativo del padre hacia el diaconado (R 56). Llegándose incluso a explicitar, dentro del área formativa espiritual, que es necesario procurar iniciativas con los hijos para que estos se sensibilicen con el ministerio diaconal (R 78).

De cara a la aceptación como candidato hacia el diaconado, uno de los requisitos que se explicitan es que los hijos deben llevar «una vida verdaderamente cristiana y se distingan por su honesta reputación», y en la situación específica de los candidatos viudos, afirma que estos deben haber «provisto o demuestren estar en condiciones de proveer adecuadamente al cuidado humano y cristiano de sus hijos» (R 37 y 38). Un criterio de discernimiento en este momento del proceso formativo, es la vivencia del amor concretada en «acoger a los hijos amarlos y educarlos, e irradias la comunión familiar a toda la Iglesia y a toda la sociedad» (R 68)

La relevancia del papel de las hijas e hijos en el camino vocacional del padre se concreta también en el realce especial que estos deben de tener en la participación de la celebración de la ordenación (R65).

El Directorio matiza que a la hora de asignar a un diácono la misión canónica el obispo valorará atentamente, entre otras circunstancias, la situación familiar del diácono, en clara referencia a la esposa, hijas e hijos del mismo (D 40).

La vida familiar del diácono se muestra como una plataforma evangelizadora significativa, en este sentido al diácono ofrece un testimonio de santidad en relación con sus hijos, desde una paternidad responsable, y a las hijas e hijos se les supone un aprecio hacia el ministerio del padre, invitándoseles a asumir ellos mismos su propio apostolado desde una coherencia de vida (D 61).

Es llamativo comprobar como en el Directorio se matizan responsabilidades de cara a las hijas e hijos de los diáconos que enviudan y también en relación con las viudas de diáconos: por un lado se le pide al diácono que enviuda que asegure en esa nueva circunstancia la atención y educación de los hijos (D 62), y por otra, en relación a las viudas de diáconos, se le pide a la diócesis correspondiente que tenga en cuenta las necesidades que los hijos pudieran tener (D 20).

El proceso formativo no acaba nunca, por esta razón, cuando se detallan las iniciativas de formación permanente de los diáconos, se recuerda la conveniencia de ofrecer también un acompañamiento formativo para las hijas e hijos de los diáconos (D 81).

Sería interesante realizar un estudio para comprobar en qué medida estas indicaciones de la Ratio y del Directorio se desarrollan en las iglesias particulares, de forma especial en lo concerniente al acompañamiento personal y formativo de las hijas e hijos.

Desde Alemania hemos conocido las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Georg Bätzing afirmó que “El diaconado de mujeres es algo muy legítimo”, apoyando las declaraciones al respecto había hecho el cardenal Hollerich, arzobispo de Luxemburgo.

En Brasil, la Comisión Nacional de los diáconos del Brasil (CND), vuelve a invitar a apoyar la campaña de canonización del diácono brasileño João Luiz Pozzobon.

Una vez pasado en varios países el momento más álgido de la pandemia se están retomando las celebraciones de las ordenaciones diaconales, destacan los 27 ordenados en Chicago (EEUU) -varios de ellos de origen iberoamericano, o los 20 en Saltillo (México). De igual forma, hemos conocido la institución de 48 acólitos en Little Rock /EEUU) y 11 en la arquidiócesis de Guayaquil (Ecuador)

El Informativo presenta varios testimonios de diáconos, el del diácono brasileño Coriolano de Souza Pinto, que con 82 años terminando sus estudios de derecho, la experiencia del diácono de Saltillo (México) como presidente de Feria, y el del diácono Enrique Alonso sobre la peculiaridad ministerial del diácono en una comunidad.

En el apartado de diaconías destacan dos, en relación a este tiempo de pandemia: la del diácono Lowell, director del ministerio penitenciario de la Diócesis de St. Augustine, Florida, que versa sobre la pastoral penitenciaria, y la del diácono Luis Gonzalo que se refiere a la pastoral del sordo.

Al comenzar el mes de octubre, desde este proyecto informativo, deseamos fortalecer los vínculos que nos unen a quienes compartimos este proyecto informativo, de forma especial en este tiempo duro de pandemia que estamos viviendo, teniendo como horizonte la festividad del próximo domingo, día 4, en el que conoceremos la nueva Encíclica del Papa Francisco sobre la Fraternidad Universal, que seguro será un estímulo y una orientación para el seguimiento de Jesucristo.

En nombre del Equipo de Coordinación y Redacción, un abrazo fraterno.

Gonzalo Eguía

Fotografía: Obra del diácono de Bilbao -España- Natxo Etxebarría, para la Jornada Diocesana del diaconado de este año

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