La parroquia de Torreblanca -Segorbe-Castellón, España- recibe a su nuevo diácono

Este domingo 2 de febrero tenía lugar la celebración del inicio del ministerio diaconal en la parroquia de Torreblanca de Carlos Ribera Mulet, vecino de la localidad que fue ordenado como diácono permanente de la Diócesis de Segorbe-Castellón en la Concatedral de Santa María de Castellón el 1 de febrero,

En una emotiva ceremonia presidida por el párroco Nuno Carvahlo Vieira, el nuevo diácono permanente fue presentado ante los feligreses, que llenaron el templo para dar la bienvenida al recién ordenado diácono.

La ocasión coincidió con la celebración de la presentación de Jesús en el templo, cuarenta días después de la Navidad, conmemoración por la que se presentaron ante el altar mayor a los niños y niñas bautizados durante el año 2019.

El nuevo diácono de la parroquia de Torreblanca recibió varios regalos, por parte del Ayuntamiento de Torreblanca, de cofradías, de los catequistas, los clérigos y la propia parroquia, en forma de libros que le ayudarán en la aplicación de sus funciones, así como de la indumentaria que le corresponde vestir como diácono.

Al finalizar el oficio religioso la plaza de la iglesia fue escenario de una foto de familia y una celebración en la que no faltó una tarta personalizada para festejar la ocasión.

Un diácono (del griego diakonos = «servidor») es el fiel laico que recibe el tercer grado del sacramento del Orden por la imposición de las manos del Obispo y queda constituido y habilitado para servir al Pueblo de Dios en la diaconía de la Palabra, de los Sacramentos y de la Caridad. El diácono es ordenado «para realizar un servicio y no para ejercer el sacerdocio» (LG 29) y está llamado a configurar su vida a imagen de Cristo servidor: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10, 45). Hay dos clases de diáconos: los diáconos ‘transitorios’, que un día serán ordenados presbíteros, y los diáconos ‘permanentes’, que son ordenados sólo y para siempre para el diaconado. El diaconado permanente puede ser conferido a hombres célibes o casados. Si el candidato está casado, la esposa deberá autorizar por escrito la aceptación para la ordenación del esposo (requisito indispensable). Un diácono casado que pierde a su esposa no puede volver a contraer matrimonio, pero sí puede optar a ser presbítero. Quien es ordenado diácono siendo soltero, se compromete al celibato permanente. Solo el varón bautizado recibe válidamente esta sagrada ordenación. El sacramento del Orden confiere un carácter espiritual indeleble y no puede ser reiterado ni conferido para un tiempo determinado.

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