La impronta misionera de los diáconos permanentes

Director del Centro de Investigaciones Socioculturales de la Universidad Alberto Hurtado

Revista Mensaje, Edición 610, Santiago, Chile, julio de 2012

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Ellos deben asumir tareas en consonancia con la Iglesia latinoamericana en la conferencia del CELAM en Aparecida, de tender la mano a los alejados y de acoger a los más pobres y abandonados.

A partir del Concilio Vaticano II, el Diaconado Permanente ha tenido un fuerte desarrollo en la Iglesia. Según cifras recientes, hay más de 30.000 diáconos permanentes en el mundo, de los cuales la gran mayoría corresponde a EE.UU. En América Latina su número se sitúa entre 6.000 y 7.000, mientras que en Chile hay aproximadamente 900 diáconos, un tercio de los cuales reside en Santiago.

Las razones esgrimidas por el Concilio para impulsar el Diaconado Permanente fueron tres: 1) Enriquecer a la Iglesia con las funciones del  diácono. 2) Dotar de la gracia de la ordenación y el ministerio diaconal a personas que ya estaban realizando de hecho acciones propias de los diáconos. 3) La necesidad y preocupación de aportar ministros sagrados en las zonas donde había escasez de sacerdotes.

Según un estudio hecho por CISOC-UAH el año 2011, la vocación al diaconado permanente surge, en  la generalidad de los casos, a partir de alguna actividad de servicio eclesial que, como laicos, los futuros diáconos estuvieron desempeñando previamente (catequistas, ministros de comunión u otras actividades pastorales).

En el  caso de la Arquidiócesis de Santiago,  una vez discernida su vocación, los postulantes al diaconado —en su gran mayoría, hombres casados— reciben su formación en la Escuela del Diaconado Permanente del Arzobispado. En ella se da énfasis a cuatro dimensiones necesarias para el ejercicio del ministerio diaconal: la dimensión espiritual, la dimensión humana, el ámbito doctrinal y la dimensión pastoral.

Palabra, liturgia y caridad

De acuerdo a las prescripciones de la Iglesia y en virtud del Sacramento del Orden que reciben, los diáconos real izan un ministerio que se encarna en tres servicios o munera: la diaconía de la palabra, la diaconía de la liturgia y la diaconía de la caridad.

Diaconía de la Palabra: El  diácono está llamado a proclamar la Escritura e instruir y exhortar al pueblo en los diferentes contextos en que se desenvuelve.

Diaconía de  la Liturgia: Se desarrolla en  la oración, en  la administración del Bautismo, en la distribución de la Eucaristía, en la asistencia y bendición del Matrimonio, y en presidir el rito de funerales.

Diaconía de la Caridad: Este es el  ministerio más característico de los diáconos según lo establecen las “Normas Básicas de la Formación de los Diáconos Permanentes” de la Santa Sede (n 9), y se confirma en  las “Orientaciones Pastorales para el Diaconado Permanente” elaboradas por la Conferencia Episcopal de Chile el año 2006 (n 45). Se trata de un ministerio que se ejerce en la dedicación a las obras de caridad y de asistencia, así como en la animación de grupos y comunidades eclesiales.

En el ministerio de los diáconos de Santiago predomina la realización conjunta de labores  intra y extraparroquiales. En las parroquias, los diáconos realizan con mayor frecuencia tareas que corresponden a liturgia, celebración y santificación. En cuanto al trabajo extraparroquial de los diáconos, en la mayoría de los casos se trata de labores realizadas en colegios y universidades, en fundaciones y organismos de la Iglesia, hospitales, cárceles y cementerios, como asimismo en empresas donde los diáconos se desempeñan laboralmente.

Mirando hacia el futuro, será necesario que  los diáconos asuman con fuerza la impronta misionera que les ha propuesto la Iglesia de Santiago en consonancia con la Iglesia latinoamericana en Aparecida. Esto supone acceder a los lugares “de frontera”,  donde están los más alejados de la Iglesia, una misión que se debe expresar también en tender una mano para acoger y acompañar a los más pobres y abandonados.

Conforme a su ministerio, y atendida la escasez de sacerdotes, también será preciso que los diáconos sostengan su labor en el ministerio de la palabra (Lectio Divina, oración, retiros, etc.) y en el ministerio de la liturgia (bautizos, matrimonios, exequias, asambleas dominicales en ausencia de sacerdotes, etc.). Por último, será de máxima importancia contar con diáconos habilitados para el amplio ministerio de la conducción de equipos y de servicios pastorales en las parroquias y comunidades eclesiales de base.

 

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