La Iglesia de la Archidiócesis de Concepción (Chile) acoge con alegría ordenación de nuevo diácono permanente

Providencialmente, su primer servicio tras su ordenación, lo cumplió el sábado 16 de mayo, durante la bendición de obras de la parroquia Todos los Santos, en Talcahuano, que ha sido su parroquia de origen. “He cumplido una etapa importante y ahora comienza otra. Estoy dispuesto a servir a Dios y a la Iglesia con todas mis fuerzas. Tengo muy claro que el diaconado es un servicio también al pueblo de Dios, a mis hermanos, en el amor, en la caridad y en lo sacramental”, comentó, en tanto, muchas personas se acercaban a saludarlo.
Agradeció emocionado a Dios y especialmente a quien definió como su “padre espiritual”, Monseñor Antonio Moreno, quien lo acompañó durante el proceso de discernimiento y de formación. “Fue un caminar junto a mis hijos. En esta parroquia, dos de mis tres  ellos encontraron la vocación de ser sacerdotes; uno estuvo en el Seminario Menor y el segundo, alcanzó incluso el Seminario Metropolitano, y como padres los acompañamos, pero como he dicho varias veces, uno es aval de los hijos y lo que ellos no pudieron terminar, hemos comprometido nuestra fe con mi señora –Alicia Fátima Hernández – y pienso que estoy terminando lo que los hijos comenzaron”.
El Pbro. Héctor Rivera, coordinador del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis, durante la ordenación dijo que se sentía muy feliz “que uno de  nuestros miembros se integre al Diaconado; es una alegría inmensa para la Escuela del Diaconado, en que se ha realizado un largo trabajo de todos los directores anteriores. Es, por cierto, alegría para toda la Iglesia diocesana. Demos gracias a Dios por este nuevo ministro, con quien suman hoy 48 para servir a la Iglesia”. Agregó que se está iniciando un nuevo proceso, para lo cual ya hay 14 candidatos al Diaconado Permanente, lo que refleja una muy buena respuesta de las distintas comunidades eclesiales.
En la celebración de ordenación, presidida por Monseñor Fernando Chomali, el Pastor señaló en su homilía que “seguramente nos preguntemos ¿por qué una persona madura, feliz en su matrimonio y su familia,  se embarque en un desafío del diaconado?. Cuando uno avanza en la edad, piensa en el descanso y como abuelos, disfrutar a los nietos. Y estoy convencido que la única razón por la cual don Jorge, después de haberlo discernido con su señora y sus hijos, después de una larga preparación  en la escuela del Diaconado, ha llegado  al profundo convencimiento  que ha sido llamado por Dios. No hay ninguna otra razón  sociológica o  psicológica”.
Manifestó que “es un hombre tomado entre los hombres, su familia tomada entre muchas familias que ha sido llamado a ejercer el ministerio del diaconado y eso significa mucho. En primer lugar, participa de un  ministerio ordenado, que ha sido instituido por los Apóstoles. Es un ministerio  en el cual él se convierte, en el orden del diaconado, en sacramento de Jesucristo. Es decir, él, a través de sus acciones, de su servicio a los pobres,  de su servicio en el altar, de la enseñanza de la palabra de Dios,  de su entrega generosa, se convierte en un discípulo de Jesucristo”.
Indicó que el nuevo diácono asume una gran responsabilidad, que después de un discernimiento, y delante Dios y del pueblo, ha dicho: “Sí Señor, aquí estoy. Yo quiero vivir esta experiencia. Sin lugar a dudas, este testimonio debiera  llenarnos de esperanza, porque como lo dice el Papa Francisco, quien percibe que existe una globalización de la indiferencia, en que cada uno está preocupado de sus cosas, sus proyectos,  preocupado de su futuro y de su vida. Sucede que don Jorge ha dicho la verdad: yo no quiero estar preocupado de mi vida, sino que quiero estar preocupado de la vida de los demás”.

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