«La aventura del diaconado abraza toda la vida»

Josep Anton Clua será ordenado diácono este domingo en la Catedral de Terrassa

Rubí, Barcelona, España, 15 de julio de 2012

http://www.radioestel.com/fotos/aquesta_setmana/134_esp.pdf

«Me casé con la hija de un diácono permanente; más aún, fue mi suegro quien acogió nuestro consentimiento»

Vive  la  llamada al diaconado como una gran aventura que le exige toda la vida. Una ventura, sin embargo, que no emprende solo, sino bien acompañado por  su esposa,  Josefina miras,  sin  la cual, Josep Anton Clua (Rubí, 1962) está convencido de que no habría sido capaz de responder a esta llamada vocacional. «Ella también participará de mi ministerio —asegura—; no podría llevarlo a cabo si ella no me cubriera las espaldas. ¡Ambos asumimos con entusiasmo este servicio a la Iglesia!» La ordenación diaconal de Josep Anton Clua Sampietro, casado y padre de  tres hijos, tendrá lugar este domingo 15 de julio, a las 18.00 h, en la Catedral del Santo Espíritu de Terrassa. Este día también recibirán el ministerio Carlos Campins Arevalo y Alexandre Codinach Telésforo, los tres de la diócesis de Terrassa.

En el año que celebran sus Bodas de Plata de casados, Josep Anton y Josefina afrontan con ilusión una nueva etapa en  sus vidas: «Tendremos que compaginar dos mundos que no  son opuestos, pero que a menudo no están diseñados para ser complementarios: el mundo de la familia y del trabajo, y el mundo del servicio a la Iglesia.» Uno de los grandes retos, pues, será hacerlos complementarios: «La familia es clave, y de hecho es la primera vocación a la que somos llamados. Por tanto, el servicio a la comunidad tendrá que integrarse en la vida familiar de manera que no quede coja, sino enriquecida.»

El reto es muy ambicioso, pero no imposible. El ejemplo más elocuente son los compañeros diáconos que ya hace años que, con sus luces y sombras, caminan en esta dirección. Sin ir más lejos, el suegro de Josep Anton y padre de Josefina, Miquel Miras, también de Rubí, ejerce este mismo ministerio desde hace más de 25 años. Su testimonio gozoso ha hecho que, para  Josep Anton, el ministerio diaconal nunca haya sido lejano. «Yo ya me casé con la hija de un diácono permanente —explica sonriendo Josep Anton —; más todavía, fue mi  suegro quien acogió nuestro consentimiento. Su  referente ha  sido para mí muy importante.»  Josep Anton, que mantiene desde siempre una muy buena  relación con Miquel, valora el respeto y  la delicadeza que ha tenido sobre  su propio proceso. «Nos hemos acompañado mutuamente —explica—, pero sin injerencias ni proselitismos. Se lo agradezco mucho. Siempre ha sabido estar discreto a mi  lado y sólo cuando le manifesté mi  inquietud es cuando me orientó hacia  la comisión para el diaconado Permanente.»

Historia de una vocación

La llamada al ministerio de Josep Anton Clua arranca muchos años atrás, en  su  juventud, con una carta escrita por el cardenal Narcís Jubany a  los jóvenes sobre la vocación. «Aquel escrito me desveló la pregunta —confesa—: y tú, ¿por qué no podrías ser un ministro de la iglesia?» en aquel momento, con poco más de veinte años, Josep Anton no la contestó, la dejó aparcada, pero la pregunta se iba repitiendo de vez en cuando… se casó, tuvo hijos, pero la pregunta continuaba. Al mismo tiempo nunca dejó su compromiso firme con la Iglesia, sobre todo a través de los movimientos de acción católica, primero la JOBAC, después la JOC y ahora la ACO. «Un día me di cuenta de que era necesario dar una respuesta a aquella pregunta, y la respuesta, según lo que había vivido y lo que sentía, tenía que ser afirmativa.» las condiciones  familiares, además, con  los hijos ya mayores, eran  favorables. Josefina no sólo estaba de acuerdo, sino que apoyaba plenamente el proyecto. Hija y ahora esposa de un diácono, ¡esto sí es servir con fidelidad a la Iglesia!

En 2007 el nuevo candidato al diaconado permanente iniciaba su formación académica, espiritual y humana. Ha sido un tiempo decisivo para comprobar si era capaz de compaginar estudios, trabajo, familia y compromisos eclesiales. «Ha sido la prueba piloto y cuando hemos visto que las piezas iban encajando hemos decidido dar el paso definitivo», afirma satisfecho este profesor de matemáticas en un instituto público de rubí. Como docente, el espíritu de servicio también forma parte de su vocación profesional, una vocación marcada igualmente por el acompañamiento de las personas. «El diaconado —añade— supone también un acompañamiento de la persona, en este  caso un acompañamiento en la fe. El objetivo en ambos casos es ayudar a hacer crecer a la persona de forma integral.»

Agente de comunión

Con  la ordenación diaconal que recibirá este domingo, Mn. Josep Anton Clua será ministro al  servicio de la  Iglesia. Una de las imágenes que, para él, mejor expresan esta vocación es la de puente. «Me gustaría ser portador de Vida —confesa—, ser canal, ser vehículo, para acercar a cristo a  la gente, creyentes y no creyentes.» también considera que es muy importante que la gente que sirve a la comunidad tiene que salir de  las propias comunidades: «No podemos esperar que los sacerdotes lo hagan todo. Se necesitan personas de la comunidad que pongan toda su vida al servicio de la Iglesia.» De aquí  la  importancia del diaconado permanente. «El diácono permanente vive a medio camino entre la jerarquía y el  laicado», explica Josep Anton, «es un ministro que vive la vida de un laico. Vivimos con un pie en el mundo secular, en los problemas de las familias y de la gente, y otro en la jerarquía de la Iglesia a la que pertenecemos. Por eso estamos llamados a establecer una comunicación pr
ofunda entre estos dos ámbitos.

Ahora más que nunca somos llamados a ser agentes de comunión». Y termina diciendo: «la  responsabilidad es muy grande, pero sabemos que no vamos solos, tenemos la familia, las comunidades y, sobre todo, tenemos la ayuda de Dios, que nos da su espíritu santo. Sin Él ¡es imposible este camino!»

Mn. Josep Anton Clua ejercerá  su ministerio en la parroquia de san Pablo de Rubí, muy cerca de la de Santa María, en el seno de la cual ha crecido y se ha afianzado su vocación al diaconado.

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