Jubileo de los diáconos permanentes, febrero del 2000

Jubileo de los diáconos permanentes, febrero del 2000

El Papa Francisco convocó, el pasado 11 de abril de 2015, “un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. Será un Año santo de la misericordia. … Este Año santo iniciará con la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y se concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre”.

A lo largo de este Año de la Misericordia, diversos grupos y movimientos acudirán a Roma a celebrar el Jubileo. El Jubileo de los diáconos tendrá lugar, Dios mediante, los días 27 a 29 de mayo del presente año.

Ante este acontecimiento, es bueno recordar el Jubileo de los Diáconos permanentes que se celebró en Roma del 18 al 20 de febrero del año 2000, en ocasión del Año Santo 2000. En aquel momento eran unos 25.000 los diáconos permanentes en el mundo, presentes en 125 países; participaron en el Jubileo más de 1.500 diáconos permanentes del mundo, con sus familias. La organización de las celebraciones estuvo a cargo de la Congregación para el Clero, con la significativa colaboración del Centro Internacional del Diaconado.

El Jubileo dio comienzo a las 5 de la tarde del viernes 18, en la Basílica de Santa María la Mayor, con las palabras de acogida del cardenal Darío Castrillón Hoyos, Prefecto de la Congregación para el Clero.
El sábado 19 se sucedieron diferentes actos en el Aula Pablo VI. Comenzó con la celebración de la Eucaristía, presidida por Mons. Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Siguió la conferencia “El Diácono San Lorenzo, un ejemplo leído en el contexto contemporáneo”, a cargo del Rvdo. Francesco Moraglia, Director del Departamento de Cultura y Universidades de la Archidiócesis de Génova. Después del canto de la Hora Tercia, presidida por el Cardenal Pio Laghi, tuvo lugar la Audiencia del Santo Padre.

A continuación, parte de la alocución que el Santo Padre Juan Pablo II dirigió a los asistentes a la Audiencia, en el Aula Pablo VI:

“… Con gran alegría me encuentro con vosotros en esta significativa cita jubilar. Os saludo especialmente a vosotros, amadísimos diáconos permanentes, a vuestras familias y a cuantos os han acompañado en esta peregrinación a las tumbas de los Apóstoles.
Habéis venido a Roma para celebrar vuestro Jubileo. Os acojo con afecto. Esta ocasión es muy propicia para ahondar en el significado y el valor de vuestra identidad estable y no transitoria de ordenados, no para el sacerdocio, sino para el diaconado. Como ministros del pueblo de Dios, estáis llamados a actuar con la acción litúrgica, con la actividad didáctico-catequística y con el servicio de la caridad, en comunión con el obispo y el presbiterio. Y este singular año de gracia, que es el Jubileo, os quiere ayudar a redescubrir aún más radicalmente la belleza de la vida en Cristo: la vida en él, que es la Puerta santa…
Queridos diáconos, sed apóstoles activos de la nueva evangelización. Llevad a todos hacia Cristo. Que se dilate, también gracias a vuestro compromiso, su Reino en vuestra familia, en vuestro ambiente de trabajo, en la parroquia, en la diócesis y en el mundo entero.
La misión, al menos en cuanto a intención y pasión, debe apremiar en el corazón de los sagrados ministros e impulsarlos hasta la entrega total de sí. No os detengáis ante nada; proseguid con fidelidad a Cristo, siguiendo el ejemplo del diácono Lorenzo …
Queridos diáconos, adentrémonos en el nuevo milenio junto con toda la Iglesia, que impulsa a sus hijos a purificarse, mediante el arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y retrasos. Los primeros en dar ejemplo han de ser los ministros… Ante la Puerta santa experimentamos la necesidad de «salir» de nuestra tierra egoísta, de nuestras dudas y de nuestras infidelidades, y sentimos la invitación apremiante a «entrar» en la tierra santa de Jesús, que es la tierra de la fidelidad plena a la Iglesia una, santa, católica y apostólica…
Queridos diáconos, tal vez algunos de vosotros se sientan cansados por los compromisos gravosos, por la frustración causada por iniciativas apostólicas sin éxito y por la incomprensión de muchos. ¡No os desaniméis! Abandonaos en los brazos de Cristo: él os aliviará. Vuestro Jubileo ha de ser una peregrinación de conversión a Jesús.
Si sois fieles en todo a Cristo, amadísimos diáconos, seréis también fieles a los diversos ministerios que la Iglesia os confía… La fe ha de transmitirse y comunicarse. También tenéis la tarea de anunciar a las generaciones jóvenes el único e inmutable Evangelio de la salvación, para que el futuro sea rico en esperanza para todos.
Os sostenga en esta misión la santísima Virgen. Yo os acompaño con mi oración, confirmada por una especial bendición apostólica, que os imparto de corazón a vosotros, a vuestras esposas, a vuestros hijos y a todos los diáconos que trabajan al servicio del Evangelio en todo el mundo”.

Por la tarde, el arzobispo de San Juan de Puerto Rico, Mons. Roberto González, pronunció la conferencia “El diácono permanente: su identidad, función y perspectivas”, a la que siguió un diálogo y presentación de testimonios. Simultáneamente, las esposas y familiares de los diáconos casados asistieron a un encuentro en la Iglesia del Espíritu Santo “in Sassia”, cuyo tema de reflexión fue “La familia ideal del diácono permanente casado”; el relator fue el cardenal James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los laicos. Más tarde, se congregaron todos junto al obelisco, desde donde partió la procesión penitencial que, atravesando la Puerta Santa, entró en la Basílica vaticana. Allí, los diáconos permanentes renovaron los compromisos asumidos en el momento de su ordenación.

El domingo día 20 por la mañana, se celebró en la Basílica de San Pedro del Vaticano la Eucaristía, presidida por el cardenal Darío Castrillón; en ella fueron ordenados 17 diáconos permanentes de distintos países, uno de ellos de Sevilla, España.
Concluida la eucaristía, en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre pronunció unas palabras, saludando especialmente a los diáconos, y muy especialmente a los recién ordenados y sus familiares. En su alocución, el Papa animó a los diáconos a vivir su misión con alegría y fidelidad y pidió a los diáconos casados ser modelos del verdadero amor dentro de la vida familiar. Finalmente, los fieles allí congregados rezaron el Angelus.

Muchos diáconos y familiares continuaron el Jubileo, el día 21 en Asís y el día 22 en Roma, asistiendo a actos organizados por el Centro Internacional del Diaconado (CID). En Asís y en Roma, el Presidente del CID, Rob Mascini, se dirigió a los asistentes haciendo un repaso de la historia del diaconado y del CID en la Iglesia y animando a los diáconos a ser signo de Cristo en el mundo, especialmente entre los más pobres y necesitados. Algunos de los delegados del Centro informaron sobre el desarrollo del diaconado en sus respectivos países y hubo ocasión de intercambiar experiencias. Se contó también con la presencia de representantes de la Iglesia luterana de Suecia.

Los diáconos y esposas de Barcelona, España, estuvimos acompañados por el obispo auxiliar de la diócesis, Mons. Carles Soler Perdigó, presidente del Comité para el diaconado de la Conferencia Episcopal española.
Los que tuvimos el gran gozo de participar en el Jubileo del Año Santo 2000, sentimos, en aquel tiempo de gracia, nuestro corazón renovado, nuestra fe fortalecida y nuestro espíritu purificado para proclamar que Jesús es el Cristo.
Damos gracias a Dios.
Montserrat Martínez

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