Iglesia de Concepción, Chile, consagró a cuatro nuevos diáconos permanentes

 

En la catedral de Concepción y presidida por monseñor Fernando Chomali, se realizó la celebración de ordenación de cuatro nuevos diáconos permanentes, tras un completo proceso de formación. Los nuevos ordenados estuvieron acompañados de sus familias, párrocos y comunidades.

En esta oportunidad, fueron ordenados Alejandro Montero Cornejo (54 años), de la parroquia Divino Redentor de Penco; Luis Garrido Cabezas (47), de la parroquia san Juan Bautista de Hualqui; Marco Antonio Valdebenito Belmar (49) de la parroquia san Pedro de Coronel y Gerardo Inzunza Sáez (67), de la parroquia Familia de Nazaret de Lagunillas, Coronel.

En su homilía, Monseñor Chomali dijo que “ustedes tienen la gracia de Dios de ser ordenados en el día de san Alberto Hurtado. Tengan muy presente en su ministerio diaconal, la figura de Jesucristo, la figura de María y la de san Alberto Hurtado y no me cabe la menor duda que serán grandes diáconos”.

En su reflexión afirmó que “ser papa, obispo, sacerdote, diácono, ser bautizado, no es un privilegio, sino un don de Dios, que implica una gran responsabilidad. Él es quien nos llama a servir en la Iglesia, ministerio que será fecundo y fuente de vida únicamente si estamos cerca de Jesús. El padre Hurtado creó el Hogar de Cristo porque tuvo una profunda experiencia de Dios en la oración. Si no somos hombres y mujeres y de oración, si ustedes esposas e hijos, no los acompañan en la oración, harán muchas cosas, pero no tendremos un ministerio fecundo”.

Enfatizó que “hemos sido llamados por Dios y llamados a configurarnos con Él y a participar de su misión y no nos vamos a perder si miramos al Padre Hurtado, en los distintos ámbitos que le tocó vivir. Somos amigos de Jesús y estamos para vivir el mismo estilo de vida de Jesús, su amor y obediencia filial”.

Manifestó que “estamos en una sociedad muy individualista, como dice el Papa Francisco, la globalización de la indiferencia, y siempre está la tentación de privatizar la vida personal. Nuestra vida personal se entiende, en la comunidad, con la comunidad y para la comunidad. En una sociedad en que hay tanta orfandad, que lo vivimos diariamente, estamos llamados a vivir en comunidad. Somos el cuerpo de Cristo y ustedes como diáconos tienen una gran misión. El Señor nos invita con su cruz y quiere que lo sigamos. Ustedes tienen la gracia de consagrarse a Él junto con sus familias”.

Expresó que “han sido consagrados para servir y, hoy, el mejor servicio que podemos dar a la sociedad, según palabra de Pablo VI, es anunciar el Evangelio. No hay mejor servicio a un mundo que se ahoga en sus propios excesos de anunciar el Evangelio, con una actitud agradecida, alegre y humilde”.
Manifestó que “la invitación es salir al encuentro de los más necesitados. Todos estamos invitados a seguir a Jesucristo y, por eso, este es un diaconado permanente en misión. Dios nos libre que estemos conformes con lo que tenemos y con lo que hacemos, sino pensar siempre la misión y como lo recordó el Papa Juan Pablo II, tenemos que fortalecer nuestro ardor, nuestros métodos y nuestras expresiones”.

Monseñor recalcó que “llega el día de caminar como discípulos del Señor, buscando hacer siempre su voluntad, reconocer la santidad, no como una fuga hacia el optimismo o hacia el individualismo religioso, tampoco entenderlo como un abandono de la realidad de los problemas, sino entenderlo exclusivamente como el anhelo profundo que ha de haber en el bautizado, de querer seguir a Jesús, pensar como Jesús, amar como Jesús y dar la vida como Jesús”.

Aconsejó que “ustedes no están solos, porque el Señor no nos los a abandonar y recuerden que “sin Mí no podéis hacer nada” y el Concilio Vaticano II dice que sin el creador la creatura se desvanece, por lo tanto, siempre unido a la roca, a Jesucristo y tendrán así un ministerio fecundo al servicio de los demás”.

Reflexionó, especialmente, que “hay tanto por hacer. Crece la población y cómo no estar ahí. Ustedes tienen que asumir ese desafío. Estamos en un momento en que llegan muchos emigrantes y no sólo estamos llamados a acogerlos, es poco, estamos llamados a amarlos y a dar la vida por ellos. Cuando veo las cárceles llenas y el hospital con tres mil camas, digo que éste es el lugar que Dios quiere para cada uno nosotros. Estén siempre presentes, porque esa es nuestra identidad teológica y más profunda; no caer en la tentación de ser un mero delegado o un representante de la comunidad, somos, por gracia de Dios, un don para entregar todo lo que tenemos que es Jesucristo”.

Al final de su mensaje agradeció a los cuatro diáconos, su disposición. “Felicitar a sus familias por el esfuerzo asumido; agradecer a la Escuela del Diaconado que con mucha perseverancia y paciencia, no sin dificultades, cada vez y de manera más consciente y, más seria, está formando a los diáconos, no sólo en el plano intelectual, sino también en el plano espiritual, pastoral, comunitario y con la ayuda de todos. Agradecer a los sacerdotes que los acogen en sus parroquias. Ojalá que se note una comunidad de consagrados al servicio del pueblo de Dios. Agradecer a quienes prepararon la hermosa celebración”.

Antes de la bendición final, el nuevo diácono permanente, Alejandro Montero, habló para agradecer a las familias y a sus comunidades con el acompañamiento y la oración. “Que es expresión del amor de Dios, primero agradecerle a Él; agradecer a nuestro pastor, don Fernando, a la Escuela del Diaconado, a nuestros párrocos, a nuestros directores espirituales, a nuestras familias, a nuestros amigos y vecinos, en especial a aquellos que han venido de lejos y a nuestras comunidades que sin ellas no estaríamos aquí. Tenemos un agradecimiento profundo a nuestras esposas que nos han acompañado durante muchos años y nos han permitido acercarnos al Señor y crecer como personas y queremos simbolizar nuestro cariño con un ramo de flores”, expresó. Posteriormente, recibieron un cirio encendido, con la figura de san Alberto Hurtado, como signo de envío a la misión.

Fuente: Comunicaciones Concepción

 

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