VI- El quehacer del Diácono Permanente

Escrito por G. Martín Sáenz Ramírez. Diácono Permanente de la Arquidiócesis de San José, Costa Rica.

El ministerio diaconal es triple. El diácono se ordena al ministerio de la palabra, la liturgia y la caridad. Ministerio triple porque en el hacer del diácono, como persona que es, esos tres oficios son concéntricos. Quiero decir, que giran en torno a Cristo Siervo como a su centro en la persona del diácono. No se traza una circunferencia sin designar su centro primero para allí apoyar el compás. El centro define la circunferencia, como Cristo Siervo define el triple ministerio diaconal.

Allí se contemplan tres dimensiones en su quehacer como lo son, la parte teológica, pastoral y social, si bien desde la perspectiva teológica, los diáconos permanentes y laicos se diferencian, desde la perspectiva social, las actividades de unos y otros se superponen, lo cual se percibe como una dificultad para el afianzamiento de la identidad del diácono permanente.

Por ejemplo laicos y diáconos permanentes pueden ejercer el ministerio de la palabra. Ambos tienen en común una única misión: la salvación de los hombres pero lo realizan desde posiciones diferentes: uno es ordenado y el otro no. Pero desde lo social, este sacramento «no se ve» y por tanto se confunden.

Además, si desde lo social se comparan sacerdotes, diáconos permanentes y laicos, son más parecidos entre sí los diáconos permanentes y los laicos, en cuanto pueden ser casados, trabajan en el «mundo, están sumergidos en la sociedad, aunque desde la perspectiva teológica estén más emparentados los diáconos permanentes y los sacerdotes.

Nos queda muy bien definido a nivel de hermanos que el ser diaconal, enmarcado así en estos dos sacramentos, nos lleva a servir en primer término en y desde el matrimonio. La familia es el primer ámbito de nuestra tarea.

Ahí, sin púlpito, sin rito, sin estola, libremente, amamos y recibimos amor, el de las esposas y el de nuestros hijos / as, nietos, y personas que nos ayudan en la vida doméstica.

El ejemplo, la oración, la fidelidad, la responsabilidad económica, la alegría, el cariño, son otras tantas manifestaciones de diaconía natural y sobrenatural a la vez. Desde el hogar preparamos, ojalá con ayuda de la esposa, el encuentro, la visita, el retiro, y la reunión programada.

Y al hogar traemos la riqueza de doctrina y pastoral ganada en nuestras diaconías. Es una doble experiencia que a todos nos enriquece y que no debe ni puede faltar en la vida de los diáconos casados.

 

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