Ecos diaconales de un viaje por Alemania

Ecos diaconales de un viaje por Alemania                por Montserrat Martínez
Termina un curso duro, con muchas obligaciones familiares y eclesiales. Decidimos hacer un recorrido de una semana por Alemania. Nuestro objetivo es descansar, visitar lugares hermosos de interés turístico y encontrar también enclaves de especial relevancia relacionados con la renovación del diaconado.
Una de las primeras ciudades visitadas es Colonia, uno de los más importantes lugares de peregrinación de la época medieval. Nos acercamos a la Catedral, de hermosa arquitectura gótica y neogótica. Nos saludan sus altas y elegantes torres y entramos en la nave central, visualizando el conjunto artístico que alberga la Catedral, testimonio ininterrumpido de la fe cristiana. Nuestra atención y nuestra plegaria se centran en el altar mayor: aquí, el domingo  28 de abril de 1968, el obispo auxiliar de Colonia, Mons. Augustin Frotz, ordenó los primeros cinco diáconos permanentes de la Iglesia católica de rito latino, después de la renovación del diaconado en el Concilio Vaticano II.
Después, paulatinamente, muchas otras Iglesias han iniciado también la renovación del ministerio diaconal en sus propios ámbitos; en la actualidad son más de 42.000 los diáconos permanentes que hay en el mundo.
Continuamos el viaje y llegamos a Rothenburg. En esta hermosa y pintoresca ciudad medieval está, desde el año 1992, la sede del Centro Internacional del Diaconado, que este próximo octubre celebrará el Jubileo por los 50 años de su creación en Roma. La primera sede del CID estuvo en Freiburg.
Nuestro viaje finaliza en Berlín, ciudad de renovación y reconciliación. Participamos en la Misa dominical de las 6 de la tarde, en la Catedral católica. Allí recordamos los orígenes de la labor realizada por Alemania en favor de la renovación del diaconado como grado permanente del ministerio ordenado. En la capital de un país que es motor de Europa, en el que muchas cosas  están bajo el poder y la influencia del dinero, es una gracia de Dios que la opción por los pobres y los desvalidos cristalizara en una decidida acción caritativa que impulsó la renovación del diaconado permanente.
A partir del año 1934, Cáritas de Alemania empieza a plantearse la cuestión del diaconado no como una etapa hacia el sacerdocio, sino como un ministerio permanente, un “diaconado de la caridad”, a semejanza de cómo se ejerció en los primeros siglos del cristianismo. La dura experiencia de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el consiguiente sufrimiento en los campos de concentración y en los campos de refugiados, dada la dificultad de sobrevivir y de compartir la fe, muchas veces sin la asistencia de un sacerdote, también impulsaron la reflexión sobre la restauración del diaconado como grado permanente. Ya acabada la guerra, en octubre de  1947, el jesuita alemán Otto Pies publica en la revista “Stimmen der Zeit”, las conversaciones mantenidas con sacerdotes prisioneros en el campo de concentración de Dachau, en las que se propone la renovación del ministerio diaconal. El laico alemán Josef Horner, magistrado del tribunal regional de Fulda y comprometido con la actividad pastoral de su diócesis, recoge la aportación del P. Pies y publica a partir de 1949 diversos artículos en que postula ardientemente  la renovación del diaconado. Por su parte, el sacerdote Wilhelm Schamoni, de Paderborn, prisionero en Dachau con el P. Pies, publica en 1953 la primera monografía importante sobre el tema: «Familienvater, als geweihte Diakone, en la que  propone, con una argumentación estrictamente pastoral, ordenar padres de familia como diáconos. Paralelamente, la labor de la Cáritas alemana en sus Seminarios de formación irá forjando una auténtica espiritualidad del servicio. En este ámbito, tendrá una gran importancia la fundación, en Freiburg, en 1951, de un círculo de aspirantes al diaconado (“Diakonatskreis”), animado por Hannes Kramer. Simultáneamente, el profesor Karl Rahner, entre otros, estudiará el estado teológico de la cuestión en el ámbito de la teología del sacramento del Orden
Con el Papa San Juan XXIII, llega, en 1959, el anuncio de la celebración del Concilio Vaticano II, abriéndose paso así una nueva etapa en la renovación del diaconado. Tras la petición por parte de la Cáritas Internacional en favor de la restauración del diaconado, las contribuciones teológicas de Karl Rahner y otros especialistas colaboradores, y la petición de muchos obispos, el Concilio trató ampliamente el tema en su segunda sesión y fue aprobado y promulgado solemnemente por el beato Pablo VI el 21 de noviembre de 1964, al terminar la tercera sesión conciliar, en el capítulo 29 de la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium.
Nuestro recorrido termina con una intensa oración: petición de perdón por los horrores cometidos en la II Guerra Mundial, agradecimiento por los signos de reconciliación y de esperanza y por el don de Dios que es el diaconado en la Iglesia y en el mundo.

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