ECOS DEL SEGUNDO CONGRESO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE DE DIACONADO PERMANENTE

Saludo al Santo Padre

del Presidente del IIº Congreso Continental de diaconado Permanente

 

CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO

 DEPARTAMENTO DE VOCACIONES Y MINISTERIOS

 

Indaiatuba (Brasil), 29 de mayo de 2011

 

Beatísimo Padre,

 

Convocados por el Departamento de Vocaciones y Ministerios del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y 13 años después del primer encuentro que tuvo lugar en Lima (Perú), nos hemos reunido en Itaicí – Indaiatuba (Brasil), entre los días 24 y 29 de mayo de 2011, para el II Congreso Latinoamericano y del Caribe de Diaconado Permanente. Hemos participado en él delegaciones de 14 países, conformadas en total por 21 obispos, 33 presbíteros, 168 diáconos permanentes, 43 esposas de los diáconos y 6 invitados.

 

Guiados por el Magisterio, la enseñanza y las exhortaciones de los Sucesores de Pedro y bajo el lema “Los diáconos permanentes: apóstoles en las nuevas fronteras” (cfr. DA, 208), hemos dedicado estos días a reflexionar sobre la identidad y misión de los diáconos permanentes, a proponer caminos para su formación y su servicio pastoral, y a compartir experiencias significativas de las diversas Iglesias particulares a este propósito.

Celebrando la Eucaristía en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, al cual acudimos en devota peregrinación para suplicar la intercesión de nuestra Madre por el fruto de la Misión Continental, hemos recordado la visita de Su Santidad con ocasión de la inauguración de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Podríamos decir, inclusive, que hemos escuchado aún fuerte el eco de su voz que nos dejaba, pensando en la tarea de la nueva evangelización, la consigna de ser discípulos fieles, para ser misioneros valientes y eficaces.

 

Al término de este Congreso, que hemos celebrado con profundo sentimiento de unidad de mente y de corazón con Su Santidad, confiamos a sus oraciones el fruto de nuestras reflexiones y trabajos, para que los diáconos de América Latina y del Caribe ofrezcan, con su vida y ministerio, aquello que espera de ellos la Iglesia: un testimonio evangélico y un impulso misionero para que sean apóstoles en sus familias, en sus comunidades y en las nuevas fronteras de la misión (cfr. DA, 208).

Nos valemos de la ocasión para agradecer de corazón a Su Santidad el regalo de la reciente Exhortación Apostólica Verbum Domini, en la que nos ha reiterado que un elemento que distingue la espiritualidad diaconal es la Palabra de Dios, de la que el diácono está llamado a ser mensajero cualificado, creyendo lo que proclama, enseñando lo que cree, viviendo lo que enseña (cfr. n. 81). Suplicamos humildemente su Bendición Apostólica.

 

+ Sergio da Rocha

Arzobispo de Teresina (Brasil)

Presidente del Congreso

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