Diáconos iberoamericanos y esposas participan en la Audiencia concedida por el Papa al Centro Internacional del Diaconado

El sábado 4 de junio de 2016, a las 11’30h, en la Sala de los Papas, el Papa Francisco recibió en Audiencia privada a un grupo de representantes del Centro Internacional del Diaconado (CID). La celebración de dicha audiencia estaba prevista para el 24 de octubre de 2015, en ocasión del Jubileo por el 50 aniversario de la creación del Centro Internacional del Diaconado, pero no pudo tener lugar en aquel momento, debido a la celebración del Sínodo de los Obispos sobre la familia.

En la audiencia participaron los miembros de la Junta Directiva del CID y los delegados; entre ellos están la representante de las esposas de los diáconos en el CID, acompañada de su esposo, diácono; un diácono de Cuba, uno de Colombia y otro español; una representante de la Iglesia luterana y diáconos de otros países del mundo; también fueron invitados dos representantes de la Iglesia ortodoxa. Señalamos la presencia del P. César Braga De Paula, secretario ejecutivo del Departamento de Vocaciones y Ministerios (DEVYM) del CELAM. No pudo acudir a la audiencia por motivos personales el actual delegado y anterior vicepresidente del CID, diácono argentino José Espinós.

Al principio de la audiencia, el obispo de Rottenburg-Stuttgart, Mons. Gebhart Fürst, protector del CID, y el presidente del CID, Klaus Kiessling, saludaron al Santo Padre y presentaron el CID. A continuación, el Papa Francisco leyó su alocución a los presentes. La transcribimos, a continuación:

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA DELEGACIÓN DEL CENTRO INTERNACIONAL DE DIACONADO

Queridos hermanos y hermanas:

Me complace daros la bienvenida con motivo del cincuenta aniversario del Centro Internacional del Diaconado, Jubileo que celebrasteis al final del año pasado. Vuestra visita tiene lugar en el Año Santo de la Misericordia, un contexto espiritual que quiere renovar en nosotros la conciencia de la importancia de la misericordia en nuestra vida y en nuestro ministerio. Os doy las gracias por vuestra presencia, y un agradecimiento especial a Mons. Fürst y al Prof. Kießling por sus amables palabras.

El Señor Jesús ha confiado a los apóstoles un mandamiento nuevo: «Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros «(Jn 13, 34). Jesús mismo es esta «novedad». Él nos ha dado ejemplo, para que, como Él lo hizo, lo hagamos también nosotros (cf. Jn 13,15). Este mandamiento del amor es la última voluntad de Jesús, entregada a los discípulos en el Cenáculo después del lavado de los pies. Y Él la subraya una vez más: «Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15,12). Al amarse unos a otros, los discípulos continúan la misión por la que el Hijo de Dios ha venido al mundo. Y ellos comprenden, ayudados por el Espíritu Santo, que este mandamiento implica el servicio a los hermanos y hermanas. Para poder tener concretamente cuidado de las personas con sus necesidades, los Apóstoles eligieron algunos “diáconos”, es decir, servidores. Los diáconos manifiestan de una forma especial el mandamiento de Jesús: imitar a Dios en el servicio a los demás, imitar a Dios que es amor y se adelanta a servirnos. La manera de hacer de Dios, su modo de actuar con paciencia, bondad, compasión y disponibilidad para hacernos mejores, debe distinguir también a todos los ministros: los obispos como sucesores de los Apóstoles, los sacerdotes, sus colaboradores, y -concretamente en «servir a las mesas” (Hechos 6, 2) – los diáconos. Propiamente, los diáconos son el rostro de la Iglesia en la vida cotidiana de una comunidad que vive y camina entre la gente, y donde no es grande el que manda, sino el que sirve (Lc 22,26).

Queridos diáconos, espero que vuestra peregrinación a Roma durante este Jubileo sea una experiencia intensa de la misericordia de Dios y os ayude a crecer en vuestra vocación de ministros de Cristo. Que el Señor os sostenga en vuestro servicio y os haga alcanzar una mayor fe en su amor, para vivirlo con alegría y dedicación. Sabed que mis oraciones y mi bendición os acompañan siempre; y por favor – por favor: este es un servicio diaconal que os pido -, no os olvidéis de rezar por mí.

A continuación, el Papa saludó personalmente a cada uno de los presentes.

Doy gracias a Dios por este encuentro con el Santo Padre, por haber visto de cerca su humanidad y cordialidad con todos; por haber tenido palabras de afecto y reconocimiento hacia los diáconos; sin embargo, teniendo en cuenta que más del 90% de los diáconos permanentes son hombres casados, he encontrado a faltar una referencia explícita a las esposas y las familias de los diáconos.

Haber coincidido este acontecimiento con el Año de la Misericordia nos mueve a todos a seguir trabajando con amor, fe y esperanza por una Iglesia diaconal.

Enlace a la galería de fotos fuente CID

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