Cartas de un Párroco a su hermano diácono VII

Pbro. Aldo Félix Vallone, Mendoza, Argentina

 

Dice el autor –Licenciado en Teología Espiritual y Director de la Escuela Arquidiocesana de Ministerios San José- que “en estas cartas laten vivencias compartidas, reflexiones personales y diálogos con diáconos, presbíteros y laicos”.

 

 Dos iconos de un mismo misterio

 

Querido hermano:

Los fieles no estaban acostumbrados. Al verte por primera vez en el presbiterio, revestido y haciendo “cosas” hechas antes sólo por un sacerdote, se sorprendieron.

“¡Pero si ese hombre es casado y con hijos! ¿Cómo es que puede bautizar, casar, proclamar el Evangelio…?”, me preguntaron.

Otros fueron más críticos: “Para mí un ministro es alguien consagrado y dedicado exclusivamente a las cosas del Señor, no una persona casada y que trabaja como los demás”, exclamó una anciana durante un encuentro de oración.

Aunque varios lo tomaron con alegría, pues pensaban que la Iglesia estaba cambiando su disciplina acerca del celibato, no faltaron los que querían al sacerdote, no al diácono, para su casamiento o el bautismo de su hijo.

Estas posiciones tan dispares me interpelaron. ¿Cuál sería la mía?

Tu estado matrimonial y el célibe mío tienen un vértice de encuentro. Ambos hemos sido llamados a ser “esposos en Cristo Esposo de la Iglesia”.

Mi esponsalidad célibe es profecía pascual de la alianza escatológica; tu esponsalidad matrimonial, memorial histórico de la alianza pascual de Cristo con su Iglesia.

Mi esponsalidad célibe encuentra su sentido en la entrega total a la Iglesia, que merece ser amada con un amor exclusivo, haciendo presente la forma de vida histórica de Jesús. Tu esponsalidad diaconal encuentra su sentido en la entrega total a la Iglesia, que merece ser amada con ese amor exclusivo, y concretizada en esa hija, tu esposa, presencia viva de la Iglesia, y en el servicio que se irradia a la comunidad, porque Cristo esposo, por su diaconía, en ti, sirve a la misma Iglesia, sea en tu mujer, sea en la Parroquia.

Entonces… ¿Es como si tuvieras dos esposas? En la próxima te digo lo que pienso.

 

Tu hermano párroco

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *