Cardenal Ezzati envía a 18 nuevos diáconos a trabajar por los más pobres y excluidos

En una celebración realizada este sábado 26 de septiembre a las 10:00 horas en la Catedral Metropolitana, el Arzobispo de Santiago enfatizó que esta ordenación surge en tiempos de misión territorial y del pronto inicio del Año de la Misericordia. Reconoció que la iglesia atraviesa por un tiempo difícil, pero que el testimonio y bondad de personas como estos nuevos diáconos “será semilla que dará fruto abundante”.
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Un templo colmado por más de 1.500 personas, esposas, familiares, amigos y comunidades de diferentes parroquias de Santiago, acompañaron la ordenación de Alejandro Vivanco, de la zona centro; Samuel Mujica, de la zona cordillera; Sergio Álvarez, Luis Opazo, Sergio Pacheco y Luis Sanhueza, de la zona del Maipo; Walter Bauer y Luis Valdés, de la zona norte; Francisco Barahona, Nicolás Cornejo, Marco Figueroa, Cristian Inostroza, Mario Pizarro, Marcelo Ramírez y Luis Tapia, de la zona oeste y, Gerardo Herrera, Alex Godoy y Aníbal Rivera, de la zona oriente.
Luego de la lectura del Evangelio de Juan, donde Jesús lava los pies de los discípulos, el cardenal Ezzati recordó que el Señor se hace el último para servir a los hermanos, y que invita a vivir esa actitud de servicio. “Cada diácono está llamado a ser continuador del ejemplo de Jesús” explicó a los presentes, y luego habló directamente a los 18 nuevos ministros:
“Muy queridos hermanos: En primer lugar, ustedes son ordenados diáconos en un momento muy extraordinario de la vida de la iglesia tanto universal como localmente. Estamos viviendo la misión territorial, y en ella ustedes serán testigos misioneros del evangelio, que es luz y fuerza que salva al mundo. En segundo lugar, en diciembre próximo, empezamos un tiempo de gracia con el Año de la Misericordia, y ustedes son llamados a ser testigos y constructores de la misericordia de Dios con los más excluidos, para que colaboremos en la superación de la actual cultura del descarte, una cultura que deja de lado a los que se cree que no sirven. ¡Acérquense a los más pobres, a los que sufren, a los que están al margen del camino! Vivan el don de Dios que es esa misericordia que abre las puertas a la reconciliación. Sean diáconos misericordiosos que construyen perdón”.
El arzobispo también reconoció que vivimos en un contexto social y cultural difícil, donde los valores espirituales del Evangelio del Señor parecen estar de lado. Agregó: “La verdad es que nunca la iglesia ha vivido tiempos fáciles. Vuestro ministerio no se va a desarrollar en un ambiente diferente, pero su testimonio y bondad de vida serán semilla que dará fruto abundante. No tengan miedo a cierta cultura adversa que puedan apreciar en este tiempo. Pongan su confianza en el Señor y en la fecundidad de su palabra, que siempre realiza lo que anuncia y promete. Siendo diáconos en misión y llamados a la misericordia, con esa confianza, aprendan a insertarse en la cultura del hoy, y su ministerio será fecundo y lleno de bendiciones de Dios”.
Al término de la ceremonia, el diácono Gerardo Herrera, en representación de sus compañeros dio un mensaje en el cual agradeció a Dios, esposas, hijos, familiares, al arzobispo, obispos, formadores, amigos y comunidades que los acompañaron en este tiempo de preparación.
“Esta estola que recibimos como nuevos diáconos –enfatizó- no significa que al usarla tendremos un status superior o algún poder, más bien, representará que estamos al servicio de Jesús en los más necesitados. No podemos si no imitarlo. Él nos da ejemplo que los discípulos misioneros deben lavarse los pies unos a otros. Por ello, con nuestro testimonio más que con nuestras palabras, sabremos evangelizar como nos lo enseña el Señor” finalizó.
Respecto de la labor pastoral de los diáconos, el sitio diacono.cl explica que: “Podrán celebrar algunos sacramentos como el bautismo y matrimonio, a su vez podrán realizar responsos y bendiciones (personas, casas, oficinas, etcétera). Están llamados a acompañar pastoralmente a personas, grupos y comunidades, reflexionando y celebrando la palabra de Dios, promoviendo la práctica de la solidaridad, la caridad evangélica y la participación activa en la eucaristía como centro de comunión cristiana. Algunos también son acompañantes espirituales”.

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