Arquidiócesis Primada de México: Asamblea del Diaconado

La Asamblea Arquidiocesana del Diaconado de la Arquidiócesis Primada de México se llevó a cabo el domingo 06 de noviembre de 2016, en la Parroquia de la Esperanza de María en la Resurrección del Señor, sede de la VI Vicaría Episcopal.

A las 09:30 horas empezaron a llegar los diáconos y sus esposas, a la Parroquia de la Esperanza de María en la Resurrección del Señor donde tendría lugar la Asamblea Arquidiocesana; nos reunimos alrededor de 50 diáconos y diez esposas.

A las 10:00 horas se inició el rezo de Laudes en el auditorio de la VI Vicaría, para continuar con el tema central de la Asamblea “La misericordia y el ejercicio del diaconado” por el Pbro. Enrique Augusto Maldonado García, Secretario de Pastoral Social Curia Arquidiocesana y presidente del patronato de Cáritas Ciudad de México.

El Pbro. Maldonado empezó su exposición explicando que con motivo del Jubileo de los diáconos realizado en Roma el 29 de mayo pasado, el papa Francisco decía: ”Hemos escuchado la expresión: Servidor de Cristo, con la cual el apóstol Pablo se define cuando escribe a los gálatas. Al comienzo de la carta se había presentado como “apóstol” por voluntad del Señor Jesús. (Gál.1,1). Ambos términos, apóstol y servidor, están unidos, no pueden separarse jamás; son como dos caras de una misma moneda, pues quien anuncia a Jesús está llamado a servir y el que sirve, anuncia a Jesús.”

Continuó hablando acerca de los diáconos; cada diácono es por vocación un servidor. Pero no cualquier servidor, ya que se requiere de características específicas que lo identifiquen como un servidor cristiano. Por lo tanto, debe tener muy clara su identidad y ésta brota de su identificación con Cristo, el cual vino “no a ser servido, sino a servir” (Mc. 10,45). San Policarpo de Esmirna decía: “Cristo se ha hecho diácono de todos”.  Su vida y su obra están impregnadas de compasión ante los sufrimientos y miserias de la humanidad, lo cual lo impulsa a ayudar, enseñar, curar, perdonar, levantar al caído… El Sagrado Corazón de Jesús significa ese Misterio de Amor que se revela como la profunda compasión de Dios ante todo aquél que tiene alguna necesidad. Todo lo anterior se sintetiza, en una palabra: Misericordia, la cual debe ser el distintivo especial de quienes en la comunidad cristiana se desempeñan como pastores. (cfr.1Pe.5,1.2) y reflejarla tanto en aspectos materiales como espirituales, con alegría, nunca de mala gana (Rm.12,8).

En este Año de la Misericordia y más allá de él, conviene que recordemos las obras de Misericordia tanto espirituales como corporales (cfr.Is.58,6.7; Hbr.13,3) en su dimensión diaconal.

Enseguida explicó las obras de misericordia espirituales:

Enseñar al que no sabe. Una tarea del diácono es conocer y transmitir con verdadera convicción la Palabra de Dios.

Corregir al que se equivoca. Implica conocer a fondo la “recta doctrina” (ortodoxia) para poder discernir –y ayudar a discernir a los demás- entre el bien y el mal y dar razones de ello.

Dar buen consejo al que lo necesita. El diácono debe estar disponible para escuchar activamente al que requiere orientación y soporte espiritual.

Perdonar las injurias. Hoy muchos nos agreden por el simple hecho de ser cristianos. Manifestar la verdad con firmeza y sencillez es un ejercicio que, al mismo tiempo pide de nosotros la capacidad de resistir ante el mal con la fuerza del bien y con una bendición.

Consolar al triste. Nuestro ministerio tiene mucho que aportar a la solución de muchos de los problemas de nuestros hermanos.

Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Nadie se escapa de tener “defectos”, empezando por uno mismo.

Orar por vivos y difuntos. Los ministros ordenados tenemos, como un deber de gratitud a Aquél que nos llamó, que practicar la oración en nombre y en comunión con la Iglesia Universal.

Luego explicó las obras de misericordia corporales.

Visitar y cuidar a los enfermos. Una de las encomiendas específicas de Jesús a sus discípulos es “curar a los enfermos, expulsar a los demonios”. Cada Parroquia tiene el deber de organizar eficientemente la atención a enfermos, ancianos y limitados de cualquier manera. El diácono es un ministro especialmente llamado a realizar y coordinar este apostolado que implica cualidades humanas y espirituales como la escucha, la paciencia, la enseñanza, la atención a las realidades familiares y socio-económicas que rodean a los enfermos y necesitados de atención.

Dar de comer al hambriento. En México todavía se viven situaciones de extrema pobreza en las que una de sus manifestaciones es la desnutrición y las carencias alimentarias en general. Millones de mexicanos sobreviven con menos de $20.00 al día. A esta realidad se han venido a agregar los miles de migrantes procedentes de Centroamérica y el Caribe que, en su trayectoria hacia los Estados Unidos recorren nuestro país y demandan también nuestra atención, no sólo en cuanto a la alimentación, sino también en cuanto a vestido, higiene, salud, hospedaje, oportunidades de empleo, etc.

Dar de beber al sediento. Resulta muy necesario que ampliemos nuestra mirada para no quedarnos en lo aparente. Muchos tocan en nuestras parroquias en busca de “agua” o “dinero”. Más aún, muchos buscan, sin saberlo, esa “Agua” que es el Espíritu Santo.

Dar posada al peregrino. Los peregrinos del siglo XXI son los migrantes que, en gran número se ven obligados a dejar su tierra, familia y amigos por presiones económicas, sociales o políticas. Hay migrantes que provienen de otros países del continente o de otras zonas del planeta como el Oriente Medio o de África… pero también hay –desde hace muchos años-, migrantes nacionales que dejan sus tierras y ambientes porque no encuentran ahí lo necesario para una vida digna o porque han sido amenazados por bandas criminales. Tarea diaconal pendiente es abrir espacios comunitarios en donde se les ofrezca alojamiento digno, alimentos y, sobre todo, un servicio de orientación y apoyo espiritual, psicológico, jurídico y médico. Verdaderos espacios de hospitalidad y misericordia en donde puedan restablecerse y sentirse seguros.

Vestir al desnudo. Para cualquiera que tenga una mediana formación cristiana, es un escándalo la manera en la que son tratados en nuestra Ciudad todo tipo de forasteros. Las centrales camioneras y sus alrededores son testigos de innumerables vejaciones que se cometen en contra de quienes manifiestan su desconcierto ante este monstruo que es la Ciudad de México.

Visitar a los presos. Todos los reclusorios de la Cd. de México están rebasados en su capacidad. En todos prevalece la ley del más fuerte y se viven condiciones de la más cruel explotación. Las mafias se han infiltrado y se han convertido en el verdadero poder. Todo se compra y todo se vende… para desgracia de quienes menos tienen y sus familias. Sabemos que desde los reclusorios se urden muchos de los “secuestros virtuales” y desde ahí se dirigen operaciones de compra y venta de drogas. Ahí se viven a diario la Pasión, la Cruz y la Muerte de Cristo. Aunque la Pastoral Penitenciaria de nuestra Iglesia se ha organizado con valientes y perseverantes Voluntarios, aún queda mucho por hacer tanto adentro como afuera.

Enterrar a los muertos. Aquí no se trata de la obra material de una sepultura. Es todo un proceso pastoral que abarca desde la atención oportuna y delicada a los enfermos y moribundos, como la disponibilidad para celebrar dignamente las exequias y acompañar a los deudos en su experiencia del duelo. El mundo laico ha descubierto un “nicho de oportunidad” en este proceso y hoy ofrece, como solución, la Tanatología, los Velatorios de lujo, las Capillas ecuménicas y los “parques Memoriales”. Nosotros tenemos, desde hace 2000 años algo mucho mejor: la Resurrección del Señor que ha venido a darle sentido a la muerte.

Enseguida tres Diáconos expusieron su experiencia de misericordia y se terminó esta parte con la comida.

En la tarde se tuvo un acto penitencial y confesiones para terminar con la procesión para pasar por la Puerta Santa y la Eucaristía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *