Ante la fragilidad humana: “Acompañar, discernir e integrar”

Ante la fragilidad humana: “Acompañar, discernir e integrar”

Diác. Gonzalo Eguía.
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de mayo de 2016

En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium,  el Papa Francisco nos hablaba de la fragilidad humana (nº 209-216). Esa fragilidad que se muestra en nuevas formas de pobreza con rostros diversos que constituyen los destinatarios principales del ministerio diaconal: los sin hogar, los drogodependientes, los migrantes y refugiados, los desempleados, los ancianos solos, los que sufren diferentes formas de trata de personas, las mujeres maltratadas, los niños sin nacer, los niños esclavos o soldados,  aquellas personas que se sienten excluidas de la vida de la Iglesia, la degradación ecológica,… la lista es interminable.

Esta llamada sobre la fragilidad humana redirige continuamente nuestro ministerio con el objetivo de que   “los lentos, débiles o menos dotados puedan abrirse camino en la vida”, ya que “todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos”.

En su nueva Exhortación Amoris laetitia, el título del capítulo octavo resalta tres verbos para concretar la forma como debe actuarse ante esa fragilidad humana: “Acompañar, discernir e integrar”, activando en todo momento «la lógica de la misericordia pastoral» (n. 307-312).  Este itinerario señalado en el contexto de la pastoral familiar sirve perfectamente para la vida cristiana en general, y de forma específica para el ministerio diaconal que siempre convive con la fragilidad humana.

 Acompañar. Una de las acepciones que el diccionario asigna a este término hace referencia a “participar en los sentimientos de alguien”. Llama la atención el significado etimológico de este verbo, tiene la misma raíz que los vocablos   “compañía” y “compañero” (persona que tiene o corre una misma suerte o fortuna con otra) y viene a significar el “que comparte el pan con otro”. El Papa nos recuerda que para que este acompañamiento se pueda dar de forma evangélica es necesario “contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario… para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro”.

 Discernir. Discernir con el objetivo de conocer la voluntad de Dios para cada persona, para la Iglesia y para el Mundo, teniendo como referencia última la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret. En el discernimiento pastoral la Iglesia se juega su ser y su actuar. La responsabilidad que tenemos es la de interpretar los “signos de los tiempos” desde la óptica del discernimiento evangélico y del Espíritu que lo anima. En este sentido, el Directorio para el ministerio y la vida de los diáconos permanentes en su número 73, citando la Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis, invita a los diáconos en relación con su formación pastoral «a conocer cada vez mejor la situación real de los hombres a quienes ha sido enviado; a discernir la voz del Espíritu en las circunstancias históricas en las que se encuentra; a buscar los métodos más adecuados y las formas más útiles para ejercer hoy su ministerio».

Estos días el Papa está insistiendo en sus homilías y discursos en el principio de la Sinodalidad: “El camino de la Iglesia es este: reunirse, unirse, escucharse, discutir, rezar y decidir. Y esta es la llamada sinodalidad de la Iglesia, en la que se expresa la comunión de la Iglesia”.   Discernir entre todos los miembros de la Comunidad cristiana con un “amor misericordioso, que siempre se inclina a comprender, a perdonar, a acompañar, a esperar, y sobre todo a integrar “, para conseguir que cada vez haya menos hombres y mujeres que queden al margen de la Iglesia y del mundo.

Integrar. Quien acompaña y discierne tiene siempre presente el corazón misericordioso y compasivo de Jesucristo. De esta forma, percibe como propio el dolor de cada marginado u olvidado y se siente interpelado a actuar en favor de quien sufre cualquier tipo de marginación, con una firme voluntad de ayudar en su integración en la vida cotidiana, tanto en su relación con Dios, como con los hermanos y hermanas.  En el proyecto de Jesús su objetivo final fue la reintegración de todo ser humano en el proyecto familiar de Dios, aunque eso supusiese un escándalo para muchos, entendidos de la Ley y de la religión incluidos. La integración en el corazón de Dios es lo primero, y el riesgo de marginar nos acompaña siempre, incluso dentro de la propia Iglesia: “estas dos lógicas recorren toda la historia de la Iglesia: marginar y reintegrar…  El camino de la Iglesia…es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y de la integración… acoger al hijo pródigo arrepentido; sanar con determinación y valor las heridas del pecado; actuar decididamente y no quedarse mirando de forma pasiva el sufrimiento del mundo… el de salir del propio recinto para ir a buscar a los lejanos en las “periferias” esenciales de la existencia; es el de adoptar integralmente la lógica de Dios; el de seguir al Maestro que dice: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». Desde el servicio a la Caridad, propio del ministerio diaconal estamos llamados a mostrar que “la caridad no puede ser neutra, aséptica, indiferente, tibia o imparcial. La caridad contagia, apasiona, arriesga y compromete. Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita” (Homilía del Papa 15 de febrero de 2015).

Acompañar, discernir e integrar. Rápidamente viene al corazón el encuentro con los dos discípulos en Emaús. Acompañados por el Maestro Resucitado sin saberlo. Haciendo camino sinodal de discernimiento en el que la Palabra de Dios es el centro. E integrados ellos, y posteriormente el resto de discípulos y discípulas, en el amor pascual de Jesucristo; también nosotros como comunidad creyente integrados en ese mismo amor.

En este nuevo número de Servir en las Periferias destaca el rostro de una lacerante y actual pobreza, la de los migrantes y refugiados. Acompañar a quien se ve obligado a dejar su país y su familia, y trabajar por su adecuada integración, haciendo posible que una tierra extraña pueda convertirse en su propia tierra, en su propia familia, es sin duda una diaconía fundamental para nuestro ministerio.

Queremos aprovechar esta oportunidad para enviar un fuerte abrazo a todas las hermanas y hermanos ecuatorianos, ante el dolor por los efectos del terremoto. Nos unimos a todos ellos en la oración y en el deseo de que quienes podamos, colaboremos con los medios de los que disponemos para mitigar tanto sufrimiento.

Este mes de mayo tendremos la posibilidad de encontrarnos diáconos y familias de todo el mundo en el Jubileo de los Diáconos en Roma, pedimos al Señor que este acontecimiento nos ayude a mejorar nuestro acompañamiento, discernimiento e integración de  todo hombre y mujer que sufre cualquier tipo de fragilidad.

Habrán comprobado que a lo largo del mes de abril se ha producido el cambio de nuestra web para adaptarla a un mejor sistema informativo, desde estas líneas os animamos a participar con vuestras aportaciones, informaciones, artículos,…

Hoy es primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, pedimos a San José obrero que acompañe a todos los trabajadores y trabajadoras del mundo, de forma especial a los desempleados y a quienes tienen condiciones indignas de trabajo. Que el trabajo pueda ser un medio de desarrollo personal y colectivo.

En nombre del Equipo de Redacción y Coordinación, un fraternal abrazo

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *