Admisión de cuatro laicos salesianos al diaconado permanente


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Santiago, Chile, 16 de diciembre de 2012

 

Durante la eucaristía que presidió monseñor Cristián Contreras Villarroel, obispo auxiliar de Santiago, se desarrolló este domingo 16 de diciembre en la parroquia San Juan Bosco, de La Cisterna, el rito de Admisión al Diaconado Permanente de cuatro candidatos, que expresaron estar dispuestos a completar su preparación y a recibir esa ordenación próximamente.

 

Los futuros diáconos son Remigio Herrera, Jaime Medina, Marcial Mayorga y Manuel Poza, todos alumnos de la escuela “Salesianos para el Diaconado”, los que participaron en la celebración eucarística junto a sus esposas e hijos.

 

En la liturgia participaron, además, el vicario de la Zona Sur de Santiago, padre Miguel Hobban; el párroco, padre Mario Scomparini; el vicario parroquial, padre Ulises Aliaga, cuatro religiosos salesianos y cuatro diáconos permanentes, además de la comunidad parroquial, familiares y amigos de los admitidos a recibir esa ordenación.

 

Jaime Medina, Casado hace 31 años con Alicia, dos hijos, es profesor de Ciencias Naturales y Biología y ya hizo un año de discernimiento y cuatro años de estudios en la Escuela de Diaconado Permanente. Confesó que su motivación es el servicio y agradeció el apoyo del párroco y de sus formadores, “sus buenos consejos y, además, sus muy buenos ejemplos de vida”.

 

Monseñor Cristián Contreras Villarroel enfatizó en su homilía que el diaconado permanente es un llamado a prestar este servicio en la Iglesia, y precisó que en el rito de admisión los candidatos reciben el alba, la vestidura blanca, signo del bautizado, “la vestimenta de aquellos que hemos sido, en virtud del Bautismo, lavados de toda mancha del pecado original”, dijo el pastor. Y agregó que también los bautizados están llamados a vencer “al Diablo, mentiroso y homicida desde el principio. Nosotros somos la multitud que está llamada a vencer el mundo, el espíritu mundano, que se opone desde el principio de la predicación de Jesús. Un mundo que es refractario a la acción de Dios, un mundo que quiere impedir que Dios sea Dios”.

 

Terminada la homilía, los cuatro postulantes al diaconado permanente recibieron el alba de manos de sus esposas e hijos y fueron revestidos con ellas, las que fueron previamente bendecidas por el obispo. Luego, recibieron el saludo del pastor, los religiosos y diáconos y un caluroso aplauso de la comunidad, que expresó su alegría por esta admisión. Así, vestidos de blanco, participaron en la liturgia eucarística, al término de la cual compartieron momentos de fraternidad con todos los presentes.

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