El clericalismo, caricatura de la vocación recibida

Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de diciembre de 2019

El clericalismo, caricatura de la vocación recibida

Este mes recién terminado el Papa Francisco ha vuelto a referirse de manera sucinta al ministerio diaconal. En esta ocasión con motivo del discurso dirigido a a los participantes en la primera Asamblea plenaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Las palabras del Pontífice han sido estas:

«el peligro de clericalizar a los laicos. Vosotros sois laicos, debéis trabajar con los laicos, no clericalizar a los laicos, al contrario. Tantas veces, en la otra diócesis [Buenos Aires] venía un párroco y me decía: “Tengo un laico maravilloso. Lo sabe hacer todo, todo. ¿Lo hacemos diácono?”. También veo este fenómeno en los diáconos; se convierten en diáconos permanentes y en lugar de ser los custodios del servicio en la diócesis, miran inmediatamente al altar y terminan siendo «sacerdotes fallidos”, sacerdotes a medio camino. Yo aconsejo a los obispos: “Alejad a los diáconos del altar”, que vayan al servicio. Ellos son los custodios del servicio, no monaguillos de primera categoría o sacerdotes de segunda categoría. Este de la clericalización es un punto importante»

No es la primera vez que el Papa se manifiesta de esta forma sobre algunas características del ministerio diaconal. La Editorial del mes de Octubre pasado («El ministerio del diácono, servicio en los diferentes contextos pastorales» ) reflexionaba sobre este mismo asunto.

En esta ocasión nos gustaría referirnos a un tema tratado por el Papa en su discurso, y que también suele ser recurrente, nos referimos al «clericalismo» que el considera – y «Servir en las periferias» comparte- un auténtico «cáncer» en la vida de la Iglesia.

Con la decisión del Concilio Vaticano II de recuperar el diaconado como ministerio permanente, se ha ido recuperando también la llamada vocacional al ministerio diaconal, una llamada específica y particular del Señor y de su Iglesia, para que el llamado dedique y oriente toda su existencia al servicio de Dios y de los hombres y mujeres, en la Iglesia y en el Mundo, vinculando su ministerio de una forma especial al de su obispo, por medio de la ordenación sacramental.

En una Iglesia de Comunión, toda ella ministerial, que desea ser fiel al encargo del Señor Jesús de construir el Reinado de Dios, se activan y complementan armónicamente todas las vocaciones: laical – fundamentada en los sacramentos del bautismo y la confirmación, y si es el caso en el del matrimonio- , religiosa y consagrada – a través de la profesión o promesa correspondiente-, y al ministerio ordenado – por medio del sacramento del Orden en sus tres grados – .

Orientar a un laico hacia el ministerio diaconal, cuando el discernimiento vocacional no concluye que está llamado por el Señor a este ministerio, es un error espiritual de repercusiones inimaginables, y también puede ser entendido como un deseo de clericalizar a este laico. Lo mismo sucede si se le orienta hacia el ministerio presbiteral, la vida religiosa y la consagrada, o al matrimonio, es decir, si no se garantiza que hay una vocación contrastada a estos estados de vida.

Pero, si tras un adecuado discernimiento, la Iglesia concluye que un laico está llamado al ministerio diaconal – o a cualquier otra vocación -, se supone que hay unas garantías de que ese laico, ordenado diácono, formará parte del clero diocesano – junto a los presbíteros y el obispo – sin que ese paso suponga una clericalización del mismo.

La clericalización de los diáconos, de los presbíteros, del laicado, no se produce por responder a una llamada vocacional, sino más bien por no asumir en su vida que todos formamos parte del mismo Pueblo de Dios llamado al servicio, como dice el Papa:

«La falta de conciencia de pertenecer al Pueblo fiel de Dios como servidores, y no como dueños, nos puede llevar a una de las tentaciones que más daño le hacen al dinamismo misionero que estamos llamados a impulsar: el clericalismo, que resulta una caricatura de la vocación recibida»
(Papa Francisco en Chile, 16 de enero de 2018)

Cuando el diácono o el presbítero sirven en sus funciones litúrgicas propias de manera evangélica no se clericalizan. O por ejemplo, cuando el padre y la madre de familia enseñan a orar en su iglesia doméstica, e introducen en el mundo litúrgico a sus hijos e hijas, al estilo de Jesucristo, no se clericalizan. Están respondiendo con su vida a una de las dimensiones de la vocación a la que han sido llamados.

Sea cual sea nuestra vocación específica, desarrollémosla sintiéndonos convocados a no caer en el clericalismo. Activando la actitud de servicio, sin sentirnos dueños de nada ni de nadie, con la ayuda del Espíritu, lo podremos conseguir.

Nuestro colaborador el diácono Carlos Jiménez de la Cuesta Otero nos envía dos artículos sobre el XVII Encuentro Nacional del Diaconado en México.

Desde Brasil recibimos la agenda de actividades para el año 2020 de la Comisión Nacional de los diáconos de Brasil.

Nuestro colaborador, el diácono cubano Miguel Angel Ortiz Corrales, presenta una breve reseña sobre la historia del diaconado en aquel país.

Desde España nos llega el programa definitivo del XXXIV Encuentro Nacional del Diaconado Permanente organizado por la Conferencia Episcopal (CEE). Tendrá lugar entre el 6 y el 8 de diciembre en la ciudad de Albacete, bajo el título de «La vida espiritual del Diácono permanente y esposa». También organizado por la CEE, ha tenido lugar un encuentro de delegados de diaconado permanente reflexionan sobre la relación «presbítero-diácono» en la misión pastoral. Así mismo conocemos una breve reseña del diaconado en la archidiócesis de Madrid que cuenta con 37 diáconos permanentes y con 25 aspirantes.

Aun no siendo una noticia directamente relacionada con el diaconado, el Informativo recoge por su relevancia la elección del primer presidente del Episcopado de EEUU de una latino, mexicano inmigrante, en la persona de Monseñor José Gómez, arzobispo de Los Ángeles.

En relación al Sínodo amazónico, el sacerdote y canonista venezolano Gustavo Ulloa analiza a través de una entrevista cuáles son las alternativas jurídicas que pueden darle viabilidad a lo recomendado en el documento final, en especial en lo relacionado con el diaconado permanente. Sobre este mismo asunto también ha opinado Alphonse Borras, profesor emérito de Derecho Canónico en la Universidad Católica de Lovaina (UCL) y vicario general de la diócesis de Lieja.

En el apartado de testimonios destacan los de cuatro diáconos. El colombiano Alirio Cáceres acompañando en sus primeros pasos a la nueva Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM). El brasileño Delintro Belo de Almeida Filho, diácono, juez de un tribunal en el Estado de Goiás. Y los españoles César Cid -madrileño- en el área de los cuidados al final de la vida, y el salmantino, David González Porras en la pastoral del tráfico.

El Informativo sigue aportando las periódicas colaboraciones del diácono de Oporto en POrtugal, Joaquim Armindo, del que recogemos una noticia sobre su doctorado sobre “Ecologia e Saúde Ambiental”, así como la entrega octava del libro «Diaconía en las parras de Chile», del diácono chileno Miguel Ángel Herrera Parra.

Estrenamos hoy el Adviento que nos llevará hasta la festividad del nacimiento de Jesucristo, a quien se hizo Servidor de todo el género humano le pedimos que nos conceda asociarnos a su entrega en favor de todos.

En nombre del Equipo Coordinador y de Redacción os deseamos una Santa, Solidaria y Feliz Navidad, un abrazo fraterno.

Gonzalo Eguía

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