El diaconado en el Sínodo Amazónico

Diác. Gonzalo Eguía
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de noviembre de 2019

El diaconado en el Sínodo Amazónico

El pasado día 27 de octubre finalizaba la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, convocada bajo el título «Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral». Posteriormente conocíamos el documento final compuesto por una introducción, cinco capítulos y una breve conclusión. Toda una propuesta de conversión integral, pastoral, cultural, y ecológica, orientada a un nuevo itinerario sinodal. Se informaba también que el Papa Francisco intentará publicar la Exhortación apostólica postsinodal antes de las próximas navidades.

El Sínodo, desde la perspectiva de los pueblos y comunidades indígenas amazónicas, ha tratado cuestiones de primer orden que tienen que ver con la vida social y eclesial de aquellos pueblos: los derechos culturales, sociales y económicos de los pueblos indígenas, el problema de la degradación ecológica, los retos de la evangelización en aquella querida tierra, el papel de las mujeres en el mundo y en la Iglesia… Problemas locales que tienen, sin duda alguna, efectos en cualquier lugar de este mundo globalizado, y también en la Iglesia.

De entre los múltiples temas eclesiales trabajados en el aula sinodal -inculturación del Evangelio en las comunidades amazónicas, rito propio amazónico, nuevos ministerios, papel de la mujer en la Iglesia, etc.-, nos referimos únicamente en estas líneas a lo relativo al ministerio diaconal.

A lo largo de las sesiones del Sínodo íbamos conociendo que la cuestión del diaconado salía de forma reiterada, en algunas ocasiones para reconocer el valor de este ministerio, en otras relacionadas con la posibilidad de la incorporación de las mujeres al mismo. Algunos padres o participantes sinodales lo unían a la propuesta de los «viri probati», otros reivindicaban nuevos servicios y funciones para el ministerio diaconal. Los principales medios de comunicación de la Iglesia y sociales se hacían eco de las múltiples referencias al ministerio diaconal en el Sínodo, viéndose obligados muchos de ellos a tener que hacer una presentación del contenido y significado de este ministerio.

Tras veintidós intensas jornadas el Documento Final dedica de forma explícita cinco puntos, de los ciento veinte que lo componen, al ministerio diaconal. En el quinto y último capítulo referido a los «Nuevos caminos de conversión sinodal», dentro del segundo epígrafe «Nuevos caminos para la ministerialidad eclesial», los números 104 al 106 se refieren al «Diaconado permanente» -apartado «d»-.

A lo largo de estos tres números el Sínodo reconoce la importancia del ministerio diaconal en la Iglesia Amazónica, de forma especial entre los pueblos indígenas. Anima a promover este ministerio y a apoyar a los diáconos permanentes y su formación. A su vez la Asamblea invita a proceder a una «comprensión más amplia del diaconado», con el objetivo de responder a las «necesidades pastorales específicas de las comunidades cristianas amazónicas», asignando a los diáconos la promoción de «la ecología integral, el desarrollo humano, el trabajo pastoral social, el servicio de los que se encuentran en situación de vulnerabilidad y pobreza, configurándolo al Cristo Servidor, haciéndose Iglesia misericordiosa, samaritana, solidaria y diaconal». Se recuerda a los presbíteros que los diáconos están «al servicio de la comunidad por designación y bajo la autoridad del obispo», y también la «obligación de apoyar a los diáconos permanentes y de actuar en comunión con ellos». Por último, en el campo formativo se señala la necesidad de un discernimiento y una formación adecuada, adaptada a las necesidades de la Iglesia amazónica, especialmente indígena, y se recuerda la importancia de que la esposa y los hijos en la formación, garantizando la manutención de los diáconos permanentes.

Además de estos tres artículos mencionados, en el documento final hay otras dos referencias al ministerio diaconal, las relativas a los artículos 103 y 111.

El número 103 se encuentra dentro del epígrafe referido a «La presencia y la hora de la mujer» -apartado «f»-. Se explicita que la solicitud del ministerio diaconal para las mujeres ha estado muy presente en el Sínodo. Se pide que este reclamo vuelva a la «Comisión de Estudio sobre el Diaconado de las mujeres», de forma que la Comisión pueda tener en cuenta las experiencias y reflexiones mostradas en el Sínodo, y se espera a los resultados que esta aportación pueda producir.

El número 111 pertenece al epígrafe sobre «La Eucaristía fuente y culmen de comunión sinodal» -apartado «f»-, el Sínodo señala la dificultad del acceso de las comunidades amazónicas -incluso por varios años- a los sacramentos de la Eucaristía, la Reconciliación y la Unción de los enfermos. Ante esta situación pastoral, y tras reconocer el valor del don del celibato sacerdotal, el Sínodo propone «ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica». Señala también el Sínodo que al respecto «algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema».

Los cinco números fueron aprobados con la mayoría cualificada que se exige, pero no todos de igual forma, los números 104 a 106 se aprobaron casi por unanimidad, el número 103 con un total de 137 votos favorables y 30 no favorables, y el número 111 con 128 votos favorables y 41 no favorables, siendo este número el que más votos «no favorables» obtuvo del total del documento.

¿Por qué razón el ministerio diaconal ha estado tan presente en las sesiones sinodales? Nuevamente vuelven a cobrar sentido las palabras que recogíamos en la Editorial de marzo del año pasado -entonces relacionadas con el Concilio Vaticano II-, que habitualmente repite el diácono barcelonés Aurelio Ortín: “el diaconado es una cuestión menor de la Iglesia que afecta a cuestiones mayores».

El Sínodo, dentro de una reflexión más amplia y compleja, ha dedicado un tiempo a reflexionar sobre el diaconado, lo ha hecho desde la mirada de una zona geográfica concreta, a la que pertenecen varios países e iglesias locales, desde las periferias geográficas y existenciales, con necesidades vitales concretas, cuestionando tantas cosas del cotidiano vivir humano y cristiano. Y desde esta perspectiva ha reconocido al ministerio diaconal como un ministerio significativo, situándolo como un medio para hacer realidad hoy el mensaje transformador del Señor Jesús, y proponiendo funciones específicas para los diáconos desde la realidad de la iglesia amazónica.

Además, el Sínodo ha hecho dos propuestas relevantes, que miran más allá del propio diaconado. La primera de ellas sobre la posibilidad de acceso de las mujeres al ministerio diaconal, y la segunda sobre la posibilidad del acceso de diáconos permanentes al ministerio presbiteral teniéndose en cuenta varias condiciones, como ya decíamos anteriormente, “el diaconado es una cuestión menor de la Iglesia que afecta a cuestiones mayores».

Desde Servir en las periferias -y antes desde el Informativo CIDAL-, siempre se ha puesto de manifiesto el constante aumento, desarrollo y consolidación del diaconado en la Iglesia universal. Los datos estadísticos de la Iglesia, el número de diócesis del mundo donde está instaurado, la ampliación de las funciones diaconales que las iglesias locales asignan a sus diáconos, según las necesidades particulares, lo corroboran. Y esta situación la hemos interpretado como un fruto de la acción del Espíritu Santo en su Iglesia, como un auténtico signo de los tiempos.

Hemos ido constatando como en tantos lugares del mundo, los diáconos y sus familias experimentan el don maravilloso de ofrecer sus vidas por recuperar la Iglesia servicial y servidora que camina tras el Señor Resucitado, nos alegran las palabras del Documento que invita a los diáconos a construir una Iglesia “misericordiosa, samaritana, solidaria y diaconal”. También constatamos que este hecho se manifiesta cada vez más como un regalo de Dios para la Iglesia, reconocido tantas veces por buena parte del laicado, de la vida religiosa y consagrada, por hermanos presbíteros y obispos. Vamos constatando la riqueza personal, comunitaria y eclesial, que experimentamos los diáconos permanentes casados en la vivencia de la doble sacramentalidad, la que percibimos como una nueva y renovada forma ministerial.

Hay muchas personas que se alegran del análisis realizado por el Sínodo, lo perciben como un reconocimiento del ministerio diaconal, principalmente por que sitúan este ministerio dentro del marco general de la pastoral de conjunto de aquella iglesia amazónica, junto a los demás ministerios y servicios eclesiales. Interesa el subrayado de la necesidad de una formación autóctona para que los nuevos diáconos respondan a las necesidades de aquella iglesia. También genera interés el haber puesto de relieve las diaconías necesarias a las que pueden ser destinados los diáconos amazónicos. En este sentido nuestro hermano, el diácono Francisco Salvador Pontes Filho -presidente de la CND- ha solicitado el estudio de la posibilidad de facultar al ministerio diaconal para administrar el Sacramento de la Unción de los enfermos: «Cuantos hermanos enfermos mueren todos los días sin recibir este importante Sacramento. Recemos para que este Sínodo señale, también, en esta dirección».

Las propuestas más innovadoras, es decir, la posibilidad de acceso de la mujer al diaconado, y de los diáconos al ministerio presbiteral, genera variedad de respuestas, recojo a continuación algunas de ellas. Hemos escuchado en el trascurso del Sínodo quienes las consideran como aportaciones que rompen con la Tradición de la Iglesia, y por lo tanto las rechazan y las ven como elementos que promueven la división dentro de la comunidad eclesial. Por otro lado, el amplio respaldo que estas cuestiones tuvieron, primeramente en los encuentros de los Círculos menores, y posteriormente en el Documento Final, lleva a otros a considerarlas como una respuesta pastoral bajo la inspiración del Espíritu Santo para la Iglesia de hoy y de mañana.

No faltan quienes compartiendo estas propuestas tienen dificultades para apoyarlas pues ven en ellas cambios insuficientes. Opinan que se admite una progresiva incorporación al ministerio de las mujeres en el caso del diaconado femenino, y de los diáconos al presbiterado, pero en consonancia con el debate de los ministerios del aula sinodal, consideran que con ellas no se consigue «desclericalizar» los ministerios, y no soluciona las demandas de las mujeres en la participación de los ministerios ordenados.

Por último, están los que opinan que este proceder puede producir nuevamente la desaparición del ministerio diaconal como ministerio específico, como sucedió hace catorce siglos. Estos aceptan la posibilidad puntual de ordenar como presbíteros a diáconos permanentes casados -no solo viudos-, si en la situación actual las comunidades los necesitan, pero no como norma general, pues llevaría en primer lugar a desvirtuar la esencia del ministerio diaconal recuperado por el Concilio Vaticano II, y en segundo lugar no posibilitaría una revisión en profundidad de la ministerialidad de la Iglesia de la que tanto ha hablado el Sínodo.

En México ha tenido lugar el XVII Encuentro Nacional del Diaconado Permanente, mas específicamente en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, entre los días 23 y 26 de octubre.

Desde Paraguay hemos conocido la propuesta del Secretariado del Diaconado Permanente de la Conferencia Episcopal para poder redactarse el Directorio Nacional para este ministerio.

Desde España, el Comité Nacional del Diaconado Permanente de la Conferencia Episcopal Española, ha informado que el próximo Encuentro Nacional tendrá lugar en la ciudad de Albacete, durante los días 6 al 8 de diciembre.

En el apartado de Publicaciones, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil ha publicado el libro «O perfil específico do diaconado», contiene las conferencias del Simposio Internacional sobre el perfil teológico del diaconado, realizado en el año 2014 por la Facultad de Teología de Lugano (Suiza)

En el comienzo de este mes en el que recordamos a tantos hombres y mujeres que han seguido fielmente los pasos del Resucitado, que han vivido la experiencia cotidiana de la santidad, les presentamos los frutos del Sínodo, para que colocados ante el Señor puedan tener sus frutos con sabor de Evangelio en favor los hombres y mujeres, nuestros hermanos y hermanas.

En nombre del Equipo Coordinador y de Redacción, un abrazo fraterno.

Gonzalo Eguía

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