Perfil del candidato a diácono permanente

En la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, República Dominicana

 

Normas por las que se rige la Comisión de Discernimiento sobre Candidatos a Diaconado,

Presidentes de Asamblea, Lectorado y Acolitado

Este texto fue proporcionado por el Diác. Rafael Tejera, Miembro de la Directiva del CIDAL y Referente Nacional del CIDAL en República Dominicana

 

De acuerdo con el numeral 576 de las disposiciones emanadas por el Primer Concilio Plenario Dominicano, del año 2000, «los llamados al diaconado permanente deben presentar un testimonio de vida cristiana que despierte la admiración del pueblo de Dios y suscite en forma natural una aceptación de su persona y su ministerio en las comunidades».

 

Según la tradición, esta institución se inició cuando siete hombres fueron escogidos por la comunidad y ordenados por los Apóstoles para atender el servicio de la mesa (Hch 6,1-7). De acuerdo con esta tradición, el número de diáconos que asiste a un obispo estuvo durante mucho tiempo limitado a siete. En Roma, los siete diáconos estaban encargados de los bienes de la diócesis y tenían un poder considerable. Durante la edad media, sin embargo, el diaconado perdió esta función y se convirtió sólo en una de las órdenes mayores, con un grado inmediato inferior al sacerdocio.

 

En la tradición católica, las funciones litúrgicas del diácono engloban el ayudar o servir al celebrante en el altar y hacer la lectura del evangelio en la celebración de la eucaristía.

 

Los diáconos permanentes reciben la imposición de manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio» diaconal. A los diáconos les corresponde el ministerio de la Palabra, los ministerios litúrgicos, el servicio pastoral y los servicios de promoción humana; privilegia el ministerio de la Caridad, pero sin restar importancia a los otros ministerios.

 

El candidato a diácono permanente de la Escuela San Esteban debe poseer, cultivar y vivir, los valores, cualidades y actitudes que se refieran a todas las dimensiones de la persona humana. De esta manera, se espera que el candidato posea:

 

  1. a) A nivel humano

 

  • Un buen estado de salud física, mental, emocional y espiritual.
  • Suficiente calidad humana, buen juicio, lucidez, sensatez y equilibrio emocional.
  • Ha de procurar desde estos espacios, ser signos cristianos en el ambiente.
  • Capacidad de liderazgo
  • Buen criterio para tomar decisiones acertadas en todo momento y en toda clase de asuntos.
  • Don de gente y de servicio desinteresado.
  • Capacidad de acogida de las personas.
    • Cercanía y facilidad para el trato con la gente, avalada por unas buenas relaciones humanas que le permitan acoger e interactuar con las gentes en las distintas comunidades.
    • Respetuoso de las personas, de los grupos y de sus derechos.
    • Hombre paciente y comprensivo, con capacidad de escucha
      • Una clara identidad masculina, con sus rasgos bien definidos, con voz firme y
        sin  amaneramientos…descartando  así cualquier  tendencia  o práctica  de
        homosexualidad.

  1. b) A nivel espiritual

 

  • Hombre de una fuerte Experiencia de Dios, con gusto por la oración.
  • Amor a Dios, a la Iglesia, a la Santísima Virgen y a la gente
  • Amante de la verdad, coherente y transparente.
    • Que haya sentido la llamada del Señor y   muestre disposición para responder con alegría y sin condiciones.
    • Docilidad, disponibilidad, generosidad, prontitud y alegría para servir.
      • Sentido de humilde obediencia al obispo y al párroco en el seguimiento de las directrices del Tercer Plan Arquidiocesano de Pastoral.
      • Persona que sobresale como hombre de fe, testimonio de vida y   amor a la Iglesia y a las gentes.

  1. c) A nivel intelectual

 

  • Suficiente capacidad e inquietud intelectual, una adecuada formación académica que le permita ser competente en el desempeño del ministerio diaconal.
  • Gusto por el estudio y disponibilidad para asumir el programa de formación diaconal y, después de su ordenación, la formación permanente.
  • Una buena dicción que le permita pronunciar con claridad, leer correctamente, dando sentido a la lectura y una buena escritura.
  • Persona de corazón humilde y sencillo, al estilo de Jesús.

  1. d) A nivel moral

 

  • Una buena reputación, seriedad y honestidad.
  • Notorio liderazgo comunitario.
  • Testimonio de vida en su comunidad.

  1. e) A nivel de vida familiar

 

  • De manera preferencial, debe ser casado, con madurez y equilibrio en su entorno familiar, en su relación de pareja y en el trato con los hijos.
  • Capacidad para conciliar satisfactoriamente la vida matrimonial, el ministerio y el trabajo, de tal manera que con éste, ordinariamente sustenta su familia.
  • Notoria riqueza interior, que impregne su vida de pareja, su hogar, su trabajo, sus relaciones, como garantía de fecundidad en su ministerio.
  • Que la pareja se destaque por una vida ejemplar como esposos y como padres de familia.
  • Disposición a compartir su tiempo entre sus deberes familiares y el ministerio.

  1. f) A nivel de vida apostólica

 

  • Pasión por Jesucristo, por el evangelio, por el reino y por los pobres.
  • Amor por el trabajo apostólico
  • Ardor en el servicio apostólico.
  • Generosidad en la entrega de sí mimo al apostolado.
  • Gran disponibilidad para servir.
  • Hombre de ímpetu interior, que vive la alegría de su fe.
  • Puntualidad en los pequeños compromisos.

  1. g) A nivel de vida pastoral

 

  • Sentido de la Comunicación y la Participación como criterio de trabajo pastoral
  • Animo para trabajar en las actividades parroquiales, en el servicio a los grupos, a los movimientos apostólicos y a las comunidades.
  • Cierta experiencia en trabajos apostólicos, ya sea en la catequesis, en otras tareas evangelizadoras, en obras sociales o en la participación con los movimientos apostólicos de la Iglesia.
  • Sencillez, caridad y amistad en el servicio al Pueblo de Dios.
  • Capacidad de animación, acompañamiento y coordinación de los grupos y de las comunidades.
  • Imparcialidad en la animación de las comunidades.
  • Capacidad para fomentar los ministerios laicales y la colaboración entre las personas y los diferentes grupos y comunidades.
  • Capacidad para trabajar en equipo.
  • Especial cuidado y responsabilidad en el cumplimiento de sus obligaciones.
  • Espíritu de justicia y caridad y una legítima preocupación por las necesidades de su comunidad.

  1. h) A nivel fraterno

 

  • Una vida de verdadera comunión que se manifiesta en la amistad, la comunicación y la mutua colaboración.
  • Una relación de amigos, de hermanos y de colaboradores con su obispo, con los sacerdotes y con la familia diaconal.
  • Una relación fraternal, respetuosa y amigable con las personas de vida consagrada.
  • Reconocimiento y aprecio de los diferentes carismas, dones y valores de las gentes.

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