“Orientación”: Hacia una actualización eclesial del ministerio diaconal

 

 

“Orientación”: Hacia una actualización eclesial del ministerio diaconal

 

Diác. Gonzalo Eguía.
Coordinador de Servir en las periferias
Bilbao, España, 1 de agosto de 2016

 

Acabo de llegar del campamento de verano que han realizado los niños, adolescentes y jóvenes de las parroquias que acompaño como consiliario. Una de las actividades más sobresaliente cada año es el “campamento volante”, una actividad de “orientación”. Se trata de que los jóvenes recorran una larga distancia en medio de la naturaleza valiéndose únicamente de un mapa, una brújula y las señales que el camino aporta.  Tras varios días de caminata, los adolescentes llegaban a su meta y comentaban lo acontecido. Algunos se habían perdido, habiendo recorrido largas distancias sin saber a dónde se dirigían, teniendo que desandar el camino, con la fatiga, el desánimo y la desesperanza que conlleva. Otros habían sabido utilizar la brújula y el mapa, habían interpretado adecuadamente cada señal, cada símbolo, y así habían podido acabar el recorrido con éxito. Cuando escuchaba las opiniones de los jóvenes sobre la experiencia vivida, no podía por menos que relacionarlo con el momento actual que el ministerio diaconal está viviendo en la Iglesia.

 

El progresivo y exponencial desarrollo del ministerio diaconal en la Iglesia universal es innegable, así lo ponen de manifiesto el Anuario Pontificio y el Anuario de Estadística de la Iglesia. En este desarrollo se compaginan diversas situaciones: Iglesias locales con un largo recorrido, junto a otras que acaban de instaurar este ministerio de forma permanente. Diócesis con amplios y numerosos grupos diaconales, junto a otras que disponen de unos pocos diáconos. Comunidades jóvenes en pleno crecimiento en el número de las ordenaciones para este ministerio, acompañadas de forma entusiasta por sus pastores, junto a otras que no perciben la suficiente consideración, estímulo y acompañamiento.   En algunas de estas últimas, pasados ya treinta o cuarenta años de la instauración del ministerio, parecería que hubiera decrecido el natural entusiasmo inicial. No falta quienes piensan que es preciso recuperar el “mapa”, la “brújula” y saber discernir las “señales” que el Espíritu del Resucitado va indicando a nuestra Iglesia; quienes opinan que es necesario un “aggiornamento” del ministerio diaconal.

 

Han pasado cincuenta y un años desde la restauración del ministerio diaconal por parte del Concilio Vaticano II (1964), dieciocho desde que la Santa Sede publicó la Ratio y el Directorio (1998).  En este tiempo se han producido dos Congresos continentales sobre el diaconado, convocados por el CELAM (1998 y 2011). Frente a este horizonte cobra mucha actualidad el documento de la Comisión Teológica Internacional “El diaconado: evolución y perspectivas” (2002).  En él se manifestaba el contraste entre las intenciones del Concilio Vaticano II al restaurar el ministerio diaconal de forma permanente y el posterior desarrollo del mismo.

 

En estos últimos dieciocho años se han sucedido tres pontificados. La Iglesia ha avanzado (o profundizado) en muchos y variados asuntos eclesiales, litúrgicos, pastorales, doctrinales y jurídicos que merecerían una mirada diaconal, o bien, la recepción o ajustes de este ministerio frente a los mismos. Pero siguen pendientes de un adecuado desarrollo aquellos aspectos que la Comisión Teológica consideraba necesarios esclarecer teológicamente, se señalan solo algunos que urge aclarar: las implicaciones de la sacramentalidad del diaconado (“la actuación diaconal, ¿«in persona Christi (Capitis)»?; ¿«In persona Christi Servi» como especificidad diaconal?; o el asunto de “las funciones diaconales específicas”); las cuestiones relacionadas con la “unidad del sacramento del Orden”; y las que se derivan de la comprensión del diaconado en una «eclesiología de comunión» (Cap. VII).

 

Para este objetivo de “aggiornamento” del ministerio diaconal parecen proféticas las palabras de la Comisión Teológica: “la aparente indecisión y vacilación del Concilio puede servir de invitación a la Iglesia para que continúe discerniendo el tipo de ministerio apropiado al diaconado a través de la práctica eclesial, la legislación canónica y la reflexión teológica” (Cap. V).

 

También puede responder a esta necesidad de orientación, de actualización, la solicitud de la   Comisión Nacional de los diáconos de Brasil (CND) reunida en Palmas (Tocantis, Brasil), con motivo del encuentro de Directores y Formadores de las Escuelas Diaconales de aquel país. La CND ha solicitado al Papa Francisco que prepare un documento más actualizado para los diáconos permanentes, “una palabra especifica de Exhortación para iluminar nuestro peregrinaje. Nos gustaría profundizar, de forma profética, en el servicio al cual la Iglesia nos ha llamado”.

Los delegados episcopales y los formadores de diáconos necesitan cada día más elementos doctrinales, pastorales, litúrgicos y jurídicos de nivel universal que les ayude a diseñar un mejor perfil diaconal en las Iglesias particulares a las que pertenecen.

En encuentros diaconales regionales e internacionales se comenta la necesidad de este “aggiornamento”. Hay quienes, en línea con la petición de la CND, solicitan a la Santa Sede un documento que actualice el emitido por las Congregaciones para la Educación Católica y para el Clero en 1998; otros proponen que la Santa Sede realice una consulta a las Iglesias locales, de modo que sus conclusiones sean tenidas en cuenta en un futuro documento pontificio; también están quienes piensan que ha llegado la hora de realizar el primer Sínodo de la historia sobre el diaconado.

El actual pontificado del Papa Francisco va mostrando a la Iglesia la necesidad volver al Evangelio, a sus raíces, para ser fieles a su Maestro, invitándonos a una  continua “salida” al servicio de quienes están aún en las  periferias existenciales. ¿No habrá llegado el momento de orientar, renovar, actualizar el servicio que deben desempeñar los diáconos en la Iglesia de hoy, ya avanzado el sigo XXI?

Hay tres noticias en el Informativo que, por su novedad, nos gustaría destacar.  La primera tiene que ver con la búsqueda de orientación de la que se habla en esta editorial, como el reconocimiento de las cuatro diaconías sectoriales que acaba de crear el arzobispo de Palmas (Brasil)   para los diáconos de su Iglesia local. La segunda es de tipo institucional, se refiere a una entrevista realizada al diácono Josep M. Gómez de San Feliu (España), en su calidad de Delegado Diocesano del diaconado permanente de su diócesis. La última, de perfil formativo, se refiere al curso de actualización para diáconos que ha llevado a cabo la archidiócesis de Manaus (Brasil).

Comenzamos este mes de agosto con el eco de las palabras que el Papa Francisco nos recordaba ayer en la Eucaristía de la Jornada Mundial de la Juventud, desde Cracovia, dirigiéndose de forma personal a los jóvenes de esta manera: “Cuánto desea (el Señor) que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida”. El   Evangelio del Señor debe ser el   verdadero “navegador” que debe orientar nuestras vidas y nuestro ministerio.

En nombre del equipo de Redacción y Coordinación, un fraternal abrazo.

P.D. Un problema técnico-informático de última hora  ha impedido enviar el Informativo el día 1 de agosto. Incluso puede haber problemas en la recepción del mismo. Para subsanar este posible error, en el mes de septiembre se enviarán los dos Informativos (se volverá a enviar el de agosto, junto al de septiembre). Perdonen las molestias.

 

 

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