Ocho nuevos Diáconos Permanentes son ordenados para la Diócesis de Chillán (Chile)

Desde este sábado 3 de diciembre, la Diócesis de Chillán cuenta con ocho nuevos diáconos, luego que el obispo Carlos Pellegrin presidiera la Misa de Ordenación en la Catedral de Chillán.

Se trata de Adán Eliseo Sepúlveda Espinosa, Parroquia Coihueco; Gabriel Enrique Fuentes Carrasco, Parroquia Yungay; Julio César Hernández Gutiérrez, Parroquia San Carlos; Camilo Alfonso Caro Alarcón, Parroquia Padres Trinitarios; Guillermo Stevens Moya, Parroquia San Juan de Dios; Luis Marcial Ríos Zúñiga, Parroquia Quillón; Jorge Guillermo Muñoz Urra, Parroquia San Pablo; y Raúl del Carmen Figueroa Jeldres, Parroquia San Pablo; todos ellos que fueron admitidos al Diaconado Permanente, tras cuatro años de preparación.

“Estamos todos muy entusiasmados, porque esto significa renovar el quehacer de la Iglesia en el sentido de pensar cuáles son los caminos nuevos, de qué manera, para las nuevas generaciones de cristianos, ofrecer la palabra del Señor y que nos ayuden a despertar la fe en las personas y así asumir los desafíos de la vida”, señaló Guillermo Stevens, nuevo diácono del grupo de los ochos admitidos, cuyas edades fluctúan entre los 50 y 68 años, y que se sumarán a los otros 29 que actualmente están en ejercicio.

Diaconado Permanente: un ministerio de servicio a la Iglesia
Los diáconos permanentes son parte del personal consagrado de la Iglesia. Se trata de ministros que pueden administrar el bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía. También están a cargo de la exposición del santísimo Sacramento y de la bendición eucarística. Pueden ser ministros ordinarios de la sagrada comunión, portar el viático a los moribundos; en nombre de la Iglesia, asistir y bendecir el matrimonio, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo de Dios, presidir el culto y la oración de los fieles, servir en el ministerio de la palabra al pueblo de Dios, celebrar el culto divino, administrar los sacramentales como pueden ser el agua bendita, la bendición de casas, imágenes y objetos y por último, presidir el rito fúnebre y la sepultura.

Por tanto, el diácono no es simplemente una persona de ayuda al párroco o al sacerdote, de ahí la preparación espiritual, humana, teológica y filosófica que deba tener, previa al ejercicio de su ministerio.

Fuente: Comunicaciones Chillán

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