Iglesia, Eucaristía y pobres, los tres amores del diácono


Agencia AICA

Santiago del Estero, Argentina, 13 de agosto de 2012

 

El obispo de Santiago del Estero, monseñor Francisco Polti, destacó que San Lorenzo amó a la Iglesia, por lo que como buen diácono “se entregó por entero a su servicio”, y que también amó a la Eucaristía, por lo que, recordó, “al diácono les compete asistir al obispo en la celebración eucarística, y distribuir junto a él la sagrada comunión”.

 

“Necesitamos la Eucaristía porque necesitamos a Jesucristo. Necesitamos alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre; necesitamos acudir al Sagrario, cuando estamos cansados y agobiados para encontrar alivio en su Corazón manso y humilde”, subrayó en la homilía por el Día del Diácono.

 

El prelado señaló que “el tercer amor de San Lorenzo es el amor a los pobres. Cuando el tribuno de Roma le pidió a San Lorenzo que le mostrase los tesoros de la Iglesia, él les mostró a los pobres. Sí, los pobres son los preferidos de Cristo, y por eso son también los preferidos de la Iglesia”.

 

“Por eso, es parte esencial de la misión del cristiano servir a los más necesitados; no podemos ver al necesitado de lejos, como si tuviera que ver con los demás y no conmigo. Tenemos que convertirnos en prójimo para que el otro sienta mi cercanía, y cuente conmigo. Soy hermano y prójimo de todo el que me necesita, tanto material como espiritualmente, y debo amarlo como a mí mismo”, explicó.

 

Monseñor Polti sostuvo que “es fundamental que la fe y el testimonio de vida de San Lorenzo se vean reflejados en la vida de todos los días, en nuestras elecciones importantes, en nuestro compromiso familiar, social y eclesial. Se trata de un llamado permanente a ir compartiendo lo que somos y tenemos con los demás, hasta el punto de dar la vida por ellos, por Cristo, por la Iglesia que debe hacer suyo cada cristiano, en cualquier época de la historia”.

 

“Queridos diáconos, los saludo a todos con afecto y gratitud. Saludo también a sus familias. Sean testigos del amor de Dios. Los confío a María Santísima quien proclamó: ‘Yo soy la sierva del Señor’. Y siguiendo su ejemplo de servicio, sirvamos a nuestros hermanos en la gran familia humana y en la Iglesia”, concluyó.

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