FRASES DEL PAPA FRANCISCO EN SU VIAJE APOSTOLICO A KENIA (25 A 27 DE NOVIEMBRE DE 2016)

 
ENCUENTRO INTERRELIGIOSO Y ECUMENICO EN EL SALON DE LA NUNCIATURA APOSTOLICA  
La grave crisis ambiental que afronta nuestro mundo exige cada vez más una mayor sensibilidad por la relación entre los seres humanos y la naturaleza… Existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. N
El diálogo ecuménico e interreligioso no es un lujo. No es algo añadido u opcional sino fundamental; algo que nuestro mundo, herido por conflictos y divisiones, necesita cada vez más… Nuestras creencias y prácticas religiosas influyen en nuestro modo de entender nuestro propio ser y el mundo que nos rodea.
En las sociedades democráticas y pluralistas como la keniata, la cooperación entre los líderes religiosos y sus comunidades se convierte en un importante servicio al bien común… Desde esta perspectiva, y en un mundo cada vez más interdependiente, vemos siempre con mayor claridad la necesidad de una mutua comprensión interreligiosa, de amistad y colaboración para la defensa de la dignidad otorgada por Dios a cada persona y a cada pueblo, y el derecho que tienen de vivir en libertad y felicidad.
 
SANTA MISA 
En obediencia a la Palabra de Dios, también estamos llamados a oponernos a las prácticas que fomentan la arrogancia de los hombres, que hieren o degradan a las mujeres, y ponen en peligro la vida de los inocentes aún no nacidos. Estamos llamados a respetarnos y apoyarnos mutuamente, y a estar cerca de todos los que pasan necesidad. Las familias cristianas tienen esta misión especial: irradiar el amor de Dios y difundir las aguas vivificantes de su Espíritu. Esto tiene hoy una importancia especial, cuando vemos el avance de nuevos desiertos creados por la cultura del materialismo y de la indiferencia hacia los demás.
Que los grandes valores de la tradición africana, la sabiduría y la verdad de la Palabra de Dios, y el generoso idealismo de su juventud, los guíen en su esfuerzo por construir una sociedad que sea cada vez más justa, inclusiva y respetuosa de la dignidad humana. Preocúpense de las necesidades de los pobres, rechacen todo prejuicio y discriminación, porque –lo sabemos– todas estas cosas no son de Dios.
ENCUENTRO CON EL CLERO, LOS RELIGIOSOS, LAS RELIGIOSAS Y LOS SEMINARISTAS  
Todo el que se dejó elegir por Jesús es para servir, para servir al pueblo de Dios, para servir a los más pobres, a los más descartados, a los más humildes, para servir a los niños y a los ancianos, para servir también a la gente que no es consciente de la soberbia y del pecado que lleva dentro, para servir a Jesús. Dejarse elegir por Jesús es dejarse elegir para servir, no para hacerse servir. Hace un año, más o menos, hubo un encuentro de sacerdotes –las monjas se salvan– y, durante esos ejercicios espirituales, cada día había un turno de sacerdotes que tenían que servir a la mesa, algunos de ellos se quejaron: «No. Nosotros tenemos que ser servidos, nosotros pagamos, podemos pagar para que nos sirvan». Por favor, no diga eso en la Iglesia. Servir, no «servirse de».
 
VISITA A LA OFICINA DE LAS NACIONES UNIDAS EN NAIROBI  
Dentro de pocos días comenzará en París un importante encuentro sobre el cambio climático, donde la comunidad internacional como tal, se enfrentará de nuevo a esta problemática. Sería triste y me atrevo a decir, hasta catastrófico, que los intereses particulares prevalezcan sobre el bien común y lleven a manipular la información para proteger sus propios proyectos.
En el contexto de las relaciones económicas entre los Estados y los pueblos no se puede dejar de hablar de los tráficos ilegales que crecen en un ambiente de pobreza y que, a su vez alimentan la pobreza y la exclusión. El comercio ilegal de diamantes y piedras preciosas, de metales raros o de alto valor estratégico, de maderas y material biológico, y de productos animales, como el caso del tráfico de marfil y la consecuente matanza de elefantes, alimenta la inestabilidad política, alimenta el crimen organizado y el terrorismo. También esta situación es un grito de los hombres y de la tierra que tiene que ser escuchado por la Comunidad Internacional-
 
VISITA AL SUBURBIO DE KANGEMI
Quisiera detenerme en una realidad que los discursos excluyentes no logran reconocer o parecen desconocer. Me quiero referir a la sabiduría de los barrios populares. Una sabiduría que brota de la «empecinada resistencia de lo auténtico» (Carta enc. Laudato si’, 112), de valores evangélicos que la sociedad opulenta, adormecida por el consumo desenfrenado, pareciera haber olvidado. Ustedes son capaces de tejer «lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo» (ibíd, 149).
Quisiera reivindicar en primer lugar estos valores que ustedes practican, valores que no cotizan en Bolsa, valores con los que no se especula ni tienen precio de mercado. Los felicito, los acompaño y quiero que sepan que el Señor nunca se olvida de ustedes. El camino de Jesús comenzó en las periferias, va desde los pobres y con los pobres hacia todos.
Reconocer estas manifestaciones de vida buena que crecen cotidianamente entre ustedes no implica, de ninguna manera, desconocer la atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza y derrochan con egoísmo, mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas.
En ese sentido, propongo retomar la idea de una respetuosa integración urbana. Ni erradicación, ni paternalismo, ni indiferencia, ni mera contención. Necesitamos ciudades integradas y para todos. Necesitamos superar la mera proclamación de derechos que en la práctica no se respetan, concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular y planificar nuevas urbanizaciones de calidad para albergar a las futuras generaciones. La deuda social, la deuda ambiental con los pobres de las ciudades se paga haciendo efectivo el derecho sagrado de las «tres T»: tierra, techo y trabajo. Esto no es filantropía, es una obligación moral de todos.
 
Quiero llamar a todos los cristianos, en particular a los pastores, a renovar el impulso misionero, a tomar la iniciativa frente a tantas injusticias, a involucrarse con los problemas de los vecinos, a acompañarlos en sus luchas, a cuidar los frutos de su trabajo comunitario y celebrar juntos cada pequeña o gran victoria. Sé que hacen mucho pero les pido que recuerden que no es una tarea más, sino tal vez la más importante, porque «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio» (Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con el Episcopado brasileño, 11 mayo 2007, 3).
 
ENCUENTRO CON LOS JOVENES
un hombre, pierde lo mejor de su ser humano, una mujer pierde lo mejor de su ser humano cuando se olvida de rezar, porque se siente omnipotente, porque no siente necesidad de pedir ayuda delante de tantas tragedias.
Chicos y chicas no vivimos en el cielo, vivimos en la tierra y la tierra está llena de dificultades. La tierra está llena no sólo de dificultades sino de invitaciones para desviarte hacia el mal, pero hay algo que todos ustedes los jóvenes, que dura un tiempo más o menos grande: la capacidad de elegir. ¿Qué camino quiero elegir? ¿Cuál de estas dos cosas quiero elegir, dejarme vencer por la dificultad o transformar la dificultad en una oportunidad para vencer yo?
Un desafío que menciono Lynnet es el del tribalismo, el tribalismo destruye una nación. El tribalismo es tener las manos escondidas por detrás y tener una piedra en cada mano para tirársela al otro. El tribalismo sólo se vence con el oído, con el corazón y con la mano.
Pero no sólo solo en la política, en todas las instituciones, incluso en el Vaticano, hay casos de corrupción. La corrupción es algo que se nos mete adentro. Es como el azúcar, es dulce, nos gusta, es fácil. ¡Y después terminamos mal y después de tanta azúcar fácil terminamos diabéticos o nuestro país termina diabético! Cada vez que aceptamos una coima y la metemos en el bolsillo destruimos nuestro corazón, destruimos nuestra personalidad y destruimos nuestra patria. ¡Por favor, no le tomen el gusto a esa azúcar que se llama corrupción! … Si no querés corrupción, en tu corazón, en tu vida, en tu patria, empezá vos. Si no empezás vos, tampoco va a empezar el vecino. La corrupción además nos roba la alegría, nos roba la paz. La persona corrupta no vive en paz. … Chicos y chicas, la corrupción no es un camino de vida, es un camino de muerte.
Si un joven o una joven no tiene trabajo, no puede estudiar, ¿qué puede hacer? O delinquir, o caer en las dependencias, o suicidarse. En Europa las estadísticas de suicidio no se publican. O enrolarse en una actividad que le muestre un fin en la vida, engañado o seducido. Lo primero que tenemos que hacer para evitar que un joven sea reclutado o quiera ser reclutado, es educación y trabajo. … Primero, rezar por él, pero fuerte, ¡Dios es más fuerte que todo reclutamiento! Y después, hablarle con cariño, con simpatía, con amor y con paciencia, invitarlo a ver un partido de futbol, invitarlo a pasear, invitarlo a estar juntos en el grupo. No dejarlo solo. Eso es lo que se me ocurre ahora.
Dios mismo se hizo tragedia. Dios mismo se dejó destruir en la cruz. Y cuando estés que no entendés algo, cuando estés desesperado, cuando se te viene el mundo encima, mirá la Cruz. Ahí está el fracaso de Dios, ahí está la destrucción de Dios. Pero también ahí está un desafío a nuestra fe, la esperanza, porque la historia no terminó en ese fracaso sino en el Resurrección que nos renovó a todos.
En todas partes hay chicos abandonados o porque los abandonaron cuando nacieron o porque la vida los abandonó, la familia, los padres y no sienten el afecto de la familia. Por eso la familia es tan importante. Defiendan la familia. Defiéndala siempre. En todas partes no sólo hay chicos abandonados, sino también ancianos abandonados que están sin que nadie los visite, sin que nadie los quiera. ¿Cómo salir de esa experiencia negativa de abandono, de lejanía de amor? Hay un sólo remedio para salir de esas experiencias: hacer aquello que yo no recibí. Si vos no recibiste comprensión, sé comprensivo con los demás. Si vos no recibiste amor, amá a los demás. Si vos sentiste el dolor de la soledad, acércate a aquellos que están solos. La carne se cura con la carne y Dios se hizo carne para curarnos a nosotros. Hagámos lo mismo nosotros con los demás.

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