Emaus, ¿Una pareja de Esposos?

EMAUS, ¿UNA PAREJA DE ESPOSOS?

Como esposos queremos poner en común una reflexión que hemos encontrado a partir del texto de Lc 24, 13-35 y nos ha parecido puede iluminar y animar el camino que juntos como esposos llevamos en nuestro seguimiento de Jesús. Frente al pasaje evangélico de los peregrinos de Emaús, hay quienes se han planteado la hipótesis de que aquellos caminantes podrían ser un hombre y una mujer, y, más en concreto, un matrimonio, el de Cleofás y su mujer Maria de Cleofás.

Sin duda, ha podido influir en la interpretación de que eran dos varones, el que Lucas comience su relato diciendo: Ese mismo día, dos discípulos iban de camino… (Lc 24, 13) pero en la Biblia, es muy común usar el lenguaje genérico por lo que, al decir discípulos, no se excluye que haya también discípulas, lo mismo que cuando se dice queridos hermanos, se incluye en la expresión también a las hermanas mujeres.

El mismo hecho de dar Lucas únicamente el nombre de Cleofás, y no consignar el nombre de la otra persona, puede estar insinuando que podría ser un a mujer ese segundo personaje, pues, es muy extraño que en las primeras comunidades cristianas no se conservara el nombre de ese discípulo que había tenido el enorme privilegio de ver y conversar con el Jesús Resucitado. Para la época, ese segundo personaje era una mujer, y no había razón para citar su nombre.

Pero puede haber otros argumentos para esta hipótesis. Jesús acepta la invitación de quedarse para pasar la noche en la casa de los peregrinos. No era un lugar de pasada para un pequeño descanso. Era una casa, un verdadero hogar el que le ofrecen a Jesús para cenar y pasar la noche. El texto dice sentados a la mesa, es decir, compartir una verdadera cena. Llamaría la atención y hasta suscitaría ciertas críticas, dentro de la cultura judía, el que dos hombres fueran dueños de una vivienda tan organizada, al punto que pueden ofrecer una verdadera cena al misterioso peregrino. ¿No podrían ser acaso los esposos Cleofás y María, los dueños de ese hogar?

En los evangelios de Juan y de Lucas se encuentran algunas referencias importantes acerca de quién era Maria de Cleofás.

Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, Maria, la esposa de Cleofás (Jn 19, 25).

El primer día de la semana (es decir, ese mismo domingo), fueron (las mujeres) al sepulcro, muy temprano, con los perfumes que habían preparado… Eran Maria de Magdala, Juana y Maria, madre de Santiago (Lc 24,1 y 9).

Este Santiago, el Menor, era llamado el hermano del Señor, por ser primo de Jesús. Maria de Cleofás era, por lo tanto, hermana de la Virgen María y madre de Santiago, el hermano del Señor. Maria de Cleofás pertenecía al grupo de Maria Magdalena y fue con ella y otras mujeres a embalsamar el cuerpo de Jesús.

Maria de Cleofás es una mujer valiente y muy decidida ya que, al píe de la cruz de Jesús, desafió el odio de los jefes judíos y en la madrugada del domingo va con la Magdalena y otras mujeres hasta el sepulcro.

Este grupo de mujeres cumple la misión encomendada por los ángeles de anunciar a los discípulos la resurrección de Jesús y de que Él irá delante de ellos a Galilea.

Recreando un poco lo que no narra el texto, se podría continuar así: Maria de Cleofás llega a su casa para contar a su esposo la gran noticia: Jesús ha resucitado, pero su marido reacciona totalmente en contra. Para Cleofás, Jesús no ha resucitado, sino que su cuerpo ha sido robado por los jefes de los judíos para echar la culpa a los discípulos de Jesús (cf. Mt 27, 64).

Fuera de no creerle a su mujer, decide huir de Jerusalén. No irá a Galilea, como los ángeles han pedido a las mujeres, sino que se esconderá en su casa de Emaús.

Es el propio Cleofás quien da pie a esta interpretación: ante el anuncio de su esposa de que los ángeles han asegurado que Jesús ha resucitado, él se sobresalta, se alarma. En vez de reaccionar con alegría y entusiasmo, lo hace con desconcierto y profundo temor, y ahí toma una decisión radical: huir y refugiarse en Emaús.

Sabe que Pedro y Juan, un poco más valientes, han ido hasta el sepulcro. Pero como no han hallado el cuerpo de Jesús, esto le confirma en su teoría del robo. La mujer de Cleofás reacciona, lógicamente, ante la cobardía y la imposición de su marido y se resiste a obedecerle. Ella cree en el mensaje de los ángeles de que Jesús ha resucitado, pero no tiene más opción que obedecer y ponerse en camino. Su condición de mujer y las leyes vigentes le obligan a ello.

Tienen que caminar unas leguas y van conversando y discutiendo. Es lógico. Cleofás creo que lo más prudente es escapar ante el peligro de la persecución. María piensa lo contrario, y considera la huida como una cobardía y una traición al grupo de discípulos, además de una incredulidad y una desobediencia a las palabras de los ángeles.

Continuando con el texto bíblico. Jesús en persona se acercó a la pareja de viajeros y se da cuenta de que van discutiendo, y les pregunta sobre los motivos de esa conversación. La respuesta de Cleofás da la clave para comprender su incredulidad: esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Su imagen de Jesús era la de un extraordinario mesías socio-político y nada más. Ese gran líder, al que él tanto admiraba, ha sido crucificado injustamente y, por tanto, ya no hay nada que hacer.

Era el primer día de la semana, o sea el domingo ¿quién habría informado a Cleofás de lo sucedido esa misma mañana sino su propia mujer? Los dos discutían mientras iban de camino y se sabe cuál era el motivo de su discusión. El tema no era otro que el de si Jesús había resucitado o si, más bien, alguien había robado su cuerpo para echar la culpa a los discípulos. Si la pareja de peregrinos eran dos hombres que estaban de acuerdo en que, lo más prudente en esas circunstancias, era irse a Emaús, no había razón para que caminaran discutiendo…

Jesús entra en la conversación y aclara el tema de la discusión. Les explica lo que venía a ser la raíz de la confrontación, es decir, el hecho mismo de la resurrección… ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? (Lc 24,24).

Aunque el evangelista Lucas pone el reproche de Jesús a la poca fe, en plural, sin embargo, lo lógico, es pensar que le dio la razón, plenamente, a María.

Cuando, ya en la cena, Jesús toma el pan, lo parte y se lo da, se disipan todas las dudas: se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Se abren los ojos de la fe, Cleofás cree que Jesús ha resucitado y comprende que no debía haber huido, dándole la razón a su mujer. La decisión es clara: levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén.

Este enfoque, totalmente lógico dentro del análisis del texto, es una clave de lectura que evidencia, una vez más, la presencia importante de la mujer en la evangelización de la pareja y sugiere importantes aplicaciones prácticas para la vida de la Iglesia:

Por el camino de la vida marchan igualmente muchas parejas de esposos que se enriquecen y animan mutuamente; un discípulo que pasa con nombre en la historia y el de una mujer que se conserva discreta pero sabe discutir, a
compañar, servir y anuncian lo que junto a su esposo experimenta y vive. Sabe hacer de su casa verdadero hogar, acoger y ofrece lo que posee al que pasa necesitado de pan, de consejo, de compañía.

Hay esposas valientes junto a los diáconos, dedicadas al pie de cada jornada desafiando los conflictos sociales y en la esperanza de tiempos mejores.

Saben asumir la misión encomendada de anunciar lo que han conocido y amado por ellas mismas y a través de sus esposos.

En ocasiones saben estar al lado de sus esposos y también con intuición y amor pueden mostrar otras posibilidades. Jesús es un tercero en la relación de dos y se ha sabido acoger como causa de alegría y fuente de reconciliación y paz. Con él los ojos se abren, las dificultades y crisis son llevaderas.

Invita a reflexionar sobre nuestra realidad como mujer, esposa y madre en la familia del diacono permanente, estos aportes nace del dialogo y del encuentro sostenido en esto últimos días por parte de las esposas de los diáconos permanentes de la arquidiócesis de Medellín además del estudio que sobre el texto de «Los discípulos de Emaús» hemos encontrado y que en parte proponemos, puede animar e iluminar varios aspectos de nuestro proyecto de vida en común.

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