Diacono alpinista opina que “aquel que pertenece a Cristo es el mejor en todo"

Diacono AlpinistaEscrito por: Francisco Luna Macías en http://diaconadoarqmex.com/
“Escalar cumbres elevadas se parece mucho a ascender en el camino de la santidad”, opina un experimentado alpinista que recibió el llamado de Dios en la montaña Mera Peak, en la Cordillera del Himalaya, con vista hacia el Everest. En esos momentos, Horacio Ramírez no pudo más que doblar la rodilla y en cuanto le fue posible buscó la manera de corresponderle a Dios por tantas bendiciones. Su respuesta la encontró en el diaconado Permanente.
El diácono permanente Horacio Ramírez explica que “verdaderamente la montaña es un lugar privilegiado para encontrarse con Dios, por ese contacto con la naturaleza la panorámica, la nieve, todo ese ambiente nos hace sentir la presencia de Dios; quizá porque la montaña te permite ese encuentro contigo mismo… creo que se asemeja al camino de ascenso a la Santidad”, asegura. Señala que las luces del crepúsculo proyectadas sobre el Everest, las interpretó como un llamado de Dios a la vida consagrada.
Para él también fue voluntad divina la que intervino para que conociera en la Iglesia a su futura esposa Laura Espinoza a quien primero le pidió que fuera su novia, luego se casaron, formaron una familia y tuvieron sus tres hijos: Cristian de Jesús, José Horeb y Teresa Desireé. Ya como esposos Laura y Horacio aportaron de su tiempo a los retiros de Evangelización Fundamental.
Desde temprana edad Horacio Ramírez, presentía que Dios tenía reservado para él algo así como un llamado sacerdotal ya que le gustaba acercarse a participar en coros y otras actividades de la Iglesia. Descubrió el alpinismo por esa inquietud tan propia de la juventud, que impulsó a este contador privado de profesión, a escalar cumbres cada vez más elevadas aquí en México, y en lugares donde representa un reto superior, como en el Himalaya.
Más aún, el diácono permanente considera que cuando uno desciende de la montaña, “ya no puede ser el mismo. Uno regresa transformado, y ese cambio, esa conversión, debe reflejarse en el comportamiento personal, en la educación que uno demuestra, y hasta en el trabajo, porque debes ser mejor que antes de subir a la montaña. Siempre lo he dicho: el que es de Cristo es el mejor en todo, es un triunfador en todo”.
Aún no era diácono cuando regresó del Himalaya, entonces “seguí en los retiros de evangelización, pero sentí que me faltaba algo que me impulsara todavía más”. Fue justamente durante una visita de las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús, cuando escuchó decir al cardenal Norberto Rivera Carrera: «En el jardín de la santidad, hay flores pequeñas y flores grandes”, y que Santa Teresita era una pequeña flor, pero que “aun en esa pequeñez, se encontraba la voluntad de Dios”.
La presencia de las reliquias, las palabras del Arzobispo de México fueron como una revelación para Horacio Ramírez, “cuando nos despedimos de las reliquias, sentí la voz de Santa Teresita, como diciéndome: “Comprométete. Atrévete a ser diferente””. Esto fue lo que, lo motivó a contactar con el Arzobispado de México, “ahí en la oficina del Diaconado Permanente me pidieron algunos requisitos, entre ellos una carta de recomendación, que me otorgó mi amigo en las Volcanadas Salesianas, el entonces rector de la Universidad Salesiana, el P. Thelían Argeo Corona”.
“Me preparé para el diaconado permanente, estudié con sacerdotes formadores en sus parroquias y finalmente, el 9 de junio de 2007 recibí en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe el orden ministerial del diaconado permanente por imposición de manos del Cardenal Norberto Rivera Carrera». Actualmente el diácono también presta servicio a la patria al participar de una cuadrilla de rescate de Pemex; formó además un club de montañismo y exploración, donde convive con compañeros de trabajo y sus respectivas familias.

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