Diaconado permanente, vocación y misión

Escrito por el Padre Edgardo Acosta, Puerto Rico.

El 9 de diciembre marcó un hito en la historia de la Iglesia Diocesana de Mayagüez. En magna celebración fueron ordenados 36 Diáconos Permanentes. Los mismos proceden de muchas de las parroquias de la diócesis. Estuvieron en formación durante 4 años y medio. Se unen así a los Diáconos que ya ejercen el ministerio en nuestra Iglesia particular.

El Obispo Álvaro Corrada Del Río, S.J. es entusiasta defensor del diaconado permanente. Desde que asumió la misión canónica como ordinario manifestó su intención de volver a instaurar la escuela formativa de los Diáconos. Aunque ya había existido la misma había quedado en un estado de hibernación. Mons. Ulises Casiano, Emérito, fue impulsor en la etapa final de su episcopado activo de la escuela diaconal.

El Diaconado Permanente fue restaurado por el Concilio Vaticano II. Desde los orígenes del cristianismo había sido establecido, como constata el libro de los Hechos de los Apóstoles. Las circunstancias históricas eclesiales llevaron a que decayera y prácticamente desapareciera su ejercicio. Se mantuvo el rito de orden diaconal pero solo de modo transitorio para quienes se encaminaban al presbiterado. A partir de las reformas emprendidas por el Vigésimo Concilio Ecuménico se restablece.

El diaconado permanente resulta novedoso para muchos bautizados. Incluso algunos presbíteros tienen sus dificultades en asumir el mismo como ministerio peculiar y definido en la comunidad eclesial. Aunque el Concilio se celebró hace más de 50 años su impacto y consecuencias requiere discernimiento, reflexión y sobre todo experiencia en el ejercicio pastoral para asimilarlo.

El diaconado es vocación de servicio. Es Sacramento del Orden Sacerdotal, en su primer grado. Cada diácono ordenado es insertado en la jerarquía de la Iglesia. Como vocación la iniciativa es del Señor que llama a este ministerio. Toda vocación ministerial y consagrada en la Iglesia requiere el discernimiento, acompañamiento y certificación de la autoridad competente. Es el Obispo en última instancia quien en nombre de la Iglesia aprueba y determina la autenticidad de una vocación. Igualmente el Obispo es quien otorga el nombramiento canónico al ordenado para ejercer su ministerio en una comunidad concreta.

En la normativa eclesial son admitidos al diaconado permanente varones íntegros. Pueden ser casados, no tienen que serlo necesariamente. Deben ser mayores de 35 años y tener si fuera el caso un matrimonio estable, de 10 años mínimo. Su esposa debe estar conforme y asumir el compromiso que su marido quiere vivir como diácono permanente. Si fueran solteros deben hacer compromiso de vivir el celibato. Si el ordenado casado enviuda no puede volver a contraer matrimonio. Sí podría optar al presbiterado, si fuera su vocación y es admitido por el Obispo.

El Diacono Permanente puede celebrar el Sacramento del Bautismo como ministro ordinario del mismo. Bendice con la potestad propia del ministerio, es testigo cualificado del matrimonio, preside las exequias e imparte la Bendición con el Santísimo Sacramento. En la celebración Eucarística proclama el Evangelio y predica con la autoridad conferida por la Iglesia que le reconoce profeta veraz.

Felicitamos a los nuevos diáconos. Sea su ministerio para mayor gloria de Dios y bien de las almas. Animamos a las comunidades parroquiales en las que ejercen su ministerio a recibirlos con gozo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *