Cuatro diáconos más para la Iglesia de Madrid

 

Diác. Francisco José García-Roca López

Referente Arquidiocesano del CIDAL en Madrid

Madrid, 26 de mayo de 2010

 

El 22 de mayo, en una soleada mañana de sábado, víspera de Pentecostés, fueron ordenados diáconos en la Parroquia de Nª Señora de Guadalupe, popularmente conocida en Madrid como “la de los mejicanos” y que tiene como titular a la Virgen María en la advocación de la Patrona de América.

 

La Archidiócesis Metropolitana de Madrid está bajo el patrocinio de Nª Señora de la Almudena y de un santo madrileño casado y padre de familia, San Isidro labrador. La Archidiócesis cuenta con 19 diáconos permanentes, siendo uno de ellos religioso de San Viator, otro célibe y el resto casados. Tiene como ordinario al cardenal D. Antonio María Rouco Varela y fue con licencia del mismo, conferidas las Órdenes Sagradas en el grado de Diaconado por el Obispo Titular de Ursona y Auxiliar de Madrid D. César Augusto Franco Martínez.

 

Los nuevos diáconos son D. Gerardo Dueñas Pérez, ingeniero industrial, casado y padre de dos hijos, D. Lorenzo Melgar Gómez, informático, casado y padre de dos hijas, D. José Manuel Seijas Costa, Licenciado en Historia (director de Colegio), casado y padre de dos hijos y en espera del tercero, y D. Javier Villalba Nogales, medico (pediatra) casado y padre de cuatro hijos.

 

Al final de la ceremonia los recién ordenados diáconos leyeron unas entrañables palabras de agradecimiento que reproducimos:

 

“Cuando la celebración llega a su fin, se hace necesario expresar nuestra gratitud a todos los que nos habéis acompañado en este camino y en este día.

 

En primer lugar dar gracias a Dios por su presencia: por estar hoy aquí, por hacerse presente en el camino, por reunirnos en una única familia, por llamarnos a servir a los demás siguiendo el ejemplo de Jesús. La llamada de Dios nos complica una vida tranquila, pero sólo Él “tiene palabras de Vida eterna”, sólo Él es capaz de hacernos vivir una vida en plenitud, ya desde ahora.

 

Agradecer a Belén, a Mª Luz, a Claudia y a Charo por estar junto a nosotros, por ayudarnos en los momentos buenos y en los malos. Dios que nos hizo “una sola carne” nos llamó estando a vuestro lado para dar un testimonio también a vuestro lado. Hoy, más que nunca, es preciso el testimonio de la familia que camina junta y junto a Dios.

 

También dar gracias a nuestros hijos: en ellos Dios nos bendice. Para ellos no es fácil en algunas ocasiones “ir contracorriente” pero intentaremos ser coherentes con nuestro compromiso… con la ayuda de Dios. Gracias también a nuestros padres, ellos han sido transmisores de la fe en la familia y, siempre, un ejemplo de entrega. A los abuelos, a los hermanos y hermanas, y a toda la familia, a los que están aquí y a los que nos han acompañado desde el cielo con su oración y su presencia.

 

Gracias a nuestros formadores y a cuantos, en este camino, nos han ayudado a descubrir la presencia de Dios en la llamada: a D. Javier Palacio por su infinita paciencia, a Don Justo por su bondad, a D. Juan José por su estímulo, y a toda la Comisión del Diaconado por su apoyo. A nuestro Obispo D. César Franco que nos preside, por su cercanía al diaconado permanente, por sus palabras, por su aliento en esta tarea. A nuestros profesores por sus enseñanzas y por descubrirnos el verdadero rostro de un Jesús Servidor.

 

Necesario agradecimiento a la Comunidad Diaconal; la de quienes están ya ordenados que nos acoge y a los aspirantes con los que hemos vivido todo este tiempo juntos, con nuestras experiencias y nuestras dudas. Sin esta familia no es posible discernir sobre el ministerio y esta presencia no sólo ha sido fundamental para nosotros sino que debe serlo también para quienes caminan detrás.

 

A nuestros párrocos y sacerdotes que han querido hacer este camino a nuestro lado, igualmente expresarles nuestra gratitud y a nuestras Comunidades parroquiales que nos han arropado y ayudado; a nuestros amigos y a cuantos habéis hecho posible esta celebración de hoy.

 

Si todos vosotros nos exigís que seamos coherentes con la decisión y el camino que emprendemos, mucho más nos pide Jesús en su seguimiento, en el servicio a los pobres, en el servicio a su Iglesia que es la nuestra, en la fidelidad. Nos pide que amemos como Él, hasta el extremo, y que confiemos en el Padre, como Él lo hizo.

 

Sólo con la ayuda de Su Espíritu, de nuestros pastores y de toda la Comunidad, podremos comenzar la misión que hoy se nos confía. Gracias a todos, de nuevo, por habernos acompañado en este precioso día.”

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