¿Cómo vive su realidad familiar un diácono permanente?

En el día de San Lorenzo diácono, joven mártir de la Iglesia Católica, dos diáconos de ciudades extremas de nuestro país, cuentan cómo se transforma la vida familiar al consagrarse en un ministerio de servicio.
“Pueden ser diáconos permanentes todos aquellos varones bautizados que han recibido la debida preparación. Si son célibes, deberán permanecer célibes y si son casados permanecerán como tales. Si enviudan, no pueden volverse a casar, salvo una dispensa expresa, ya que como clérigos atentan inválidamente el matrimonio quienes han recibido las órdenes sagradas”.
Eso es lo que dice el Canon 1087 del Código de Derecho Canónico. Si embargo el Canon no menciona que al ordenarse un diácono, su familia lo acompaña también con el apostolado de su ministerio. ¿Cómo es la vida de la esposa y los hijos de un diácono?, ¿Cómo se transforma la realidad familiar?
Para conocer más de ello, Iglesia.cl entrevistó a dos chilenos que viven muy lejos uno del otro, y desempeñan su diaconado en tema absolutamente distintos. Desde los dos extremos de nuestro país, nos cuentan su experiencia.
Calama y Punta Arenas
Rodelindo Araya Castillo, Diácono permanente de la diócesis «San Juan Bautista de Calama, fue ordenado diácono el 26 de diciembre 2004. Su familia está compuesta por su esposa Silvia Roco , cuatro hijos: Viviana, Lorena, Ida y Roddy y 8 nietos. Su servicio pastoral lo realiza en la Parroquia Nuestra Señora Guadalupe de Ayquina en Calama, pero especialmente con los bailes religiosos como director diocesano de la Piedad Popular.
Daniel Suárez Pintone, fue uno de los ocho aspirantes ordenados diáconos el 12 de abril de 2008 en la catedral de Punta Arenas. Está casado hace 26 años con Fabiola y junto a sus hijos Francisca y Javier forman la familia Suárez-Vásquez.
Desarrolla su labor de servicio en la Parroquia Catedral del Sagrado Corazón de Jesús de Punta Arenas y en la Pastoral de la Salud, cuya acción se lleva a cabo en el Hospital Clínico de Magallanes, facilitando el trabajo de agentes pastorales laicos, que realizan una hermosa labor de acompañamiento espiritual de personas que por diversas razones están hospitalizadas y especialmente de aquellos que están solos en la austral ciudad.
-¿Cómo transforma la vida matrimonial y familiar consagrarse al Señor en un ministerio de servicio?
Rodelindo: Sin duda es una transformación bien importante ya
que es un todo, que involucra a la familia completa para vivir la la fe desde nuestra realidad y a la vez es una donación, un compartir con la Iglesia el tiempo para llevar el mensaje de salvación.
Daniel: Más que transformar la vida matrimonial y familiar, me gusta hablar de enriquecerla, porque en definitiva es la familia la que generosamente con su apoyo y compromiso, permite mantener el delicado equilibrio entre la vida de familia y la labor de servicio. Hoy puedo reconocer con alegría, que gracias al acompañamiento que mi esposa e hijos realizan, es que como familia nos hemos unido en torno al ministerio y al Señor.
– ¿Hay suficiente conciencia en toda la Iglesia del valor y aporte específico
del ministerio diaconal?
Rodelindo: Sin duda en el norte del país se vive y se aprecia un importante reconocimiento del servicio que prestan los diáconos hacia la comunidad, se acepta y valora su aporte a la vida de la Iglesia .
Daniel:La verdad es que antes de la invitación al ministerio diaconal, no había percibido la riqueza que conlleva la presencia y servicio del diácono permanente en la comunidad y por ende en la Iglesia, lo que me demuestra, que este ministerio, restituido en el Concilio vaticano II, tiene un buen camino que recorrer aún, para ser reconocido en toda la dimensión de servicio que comporta. Será tarea de todos, dar los espacios de acción, para que los diáconos permanentes se desempeñen, dando a conocer con hechos concretos, su rol y participación eclesial y comunitaria.
¿De qué manera el matrimonio diaconal es un puente de comunión y diálogo entre laicos, laicas y los demás consagrados (obispos, sacerdotes, religiosos/as)?
Rodelindo: El matrimonio del diácono es una fuente desde donde mana el servicio y el testimonio de fe como una comunidad de unidad al servicio de los demás ya que involucra a toda su familia en los diferentes servicios de la Iglesia.
Daniel: Los diáconos permanentes, con la doble sacramentalidad del matrimonio y del orden, ciertamente se configuran, junto a sus esposas, en ambos mundos, el de los consagrados y el de los laicos. Aportando las experiencias propias de la vida matrimonial, lo que fortalece y enriquece la visión en los consagrados y acercando el mundo religioso a los laicos y laicas, que ven en el diácono y su esposa, una familia que vive el día a día igual que ellos y ellas.
– ¿Cómo vive un diácono desde su matrimonio la invitación a ser «Iglesia en salida» de cara a las periferias?
Rodelindo: El diácono vive su fe en la familia desde donde proyecta su servicio a la periferia, buscando llegar donde muchas veces no puede llegar el sacerdote, como los bailes religiosos donde se integra a la familia como es nuestro caso. Mi servicio como asesor de los bailes y director diocesano de la Piedad Popular nos permite conocer otras formas de vivir la fe la periferia de la estructura de la Iglesia, que muchas veces no son atendidas.
Daniel: La invitación que nos hace el papa Francisco en la Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, a ser “Iglesia en salida” como misioneros, encuentra un lugar privilegiado en los matrimonios donde el diácono y su esposa tendrán por cierto la ventaja que les proporciona su diario vivir, que en el común del día los lleva a estar presentes en las periferias, que serán su barrio, su lugar de trabajo, el colegio de sus hijos, etc, evangelizando con su propia vida traducida en acciones y palabras. El desafío está puesto en la radicalidad del seguimiento de Jesús, que en este caso será “de dos en dos”.
Fuente: Área Agentes CECh

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