Carta de Mons. Fernando Carlos Maletti, obispo de Merlo-Moreno, a los diáconos permanentes, a los candidatos y a sus esposas

 

Moreno, Buenos Aires, Argentina, Febrero de 2015


El obispo de Merlo-Moreno, monseñor Fernando Maletti, destacó que los diáconos permanentes deben “difundir la Palabra de Dios y ahondar el servicio a las mesas”, pero también los llamó a participar en forma directa de las áreas pastorales, movimientos o equipos diocesanos. En este sentido, el prelado les recordó a los párrocos y coordinadores de área que “se deben priorizar los tiempos comunes programados y favorecer en todo sentido la participación diocesana de cada uno de ustedes”. “Todos somos necesarios, nadie es imprescindible y se pueden delegar compromisos cuando lo prioritario es ahondar en la comunión de lo que llamamos Familia Diaconal”, subrayó.



Muy queridos hermanos:

Ya comenzado el año me dirijo a ustedes para agradecer el servicio de la diaconía expresado de muchos modos y con diversos matices, pero que tiene como principal finalidad difundir la Palabra de Dios y ahondar el servicio a las mesas. Ser diácono solo puede ser entendido en función de la vida de la pastoral diocesana y la caridad.

De ahí que valoremos tanto la misión de ustedes con sus esposas y familias, en las parroquias en las que han sido designados: Cada una de ellas es una porción (o unidad personal) de la Iglesia particular que tiene como signo de unidad a este pastor que suscribe y a sus inmediatos colaboradores los sacerdotes. (D.A. 205)

En esta línea teológica y pastoral es que, junto con el equipo de coordinación de la Diakonía estamos ofreciendo a cada uno de ustedes la participación directa en alguna de las áreas pastorales, movimientos o equipos que como diócesis expresan el servicio transversal que implica cada uno de ellos. Esto no les llevará mucho tiempo, pero sí les profundizará en el sentido de la identidad diaconal y optimizará la fuerza de la misión que a cada uno le toca.

“Cada diácono permanente debe cultivar esmeradamente su incursión en el cuerpo diaconal, en fiel comunión con su obispo y en estrecha unidad con los presbíteros y demás miembros del Pueblo de Dios” (D.A. 206)

Deseo, de corazón, que todos ustedes participen y compartan las riquezas que se les ofrece en la formación básica y en la permanente, en las reuniones de oración y estudio, que se organizan: en el retiro espiritual anual, en los encuentros con esposas y familias, todos juntos, en la fiesta del fin de año, en servicios diocesanos, en las áreas pastorales, etc.

Es verdad que existen muchos obstáculos e imprevistos (de orden de tiempo u ocupaciones, de orden económico, de presencia en el hogar, etc.) Algunos se podrán resolver, otros no. Esto está en la realidad de cada uno.

En cuanto a las tareas en cada parroquia o área ya saben los párrocos y los coordinadores de áreas, que se deben priorizar los tiempos comunes programados y favorecer en todo sentido la participación diocesana de cada uno de ustedes. Todos somos necesarios, nadie es imprescindible y se pueden delegar compromisos cuando lo prioritario es ahondar en la comunión de lo que llamamos “Familia Diaconal”.

La comunión entre ustedes, “Padre que todos sean uno como Tú y yo somos uno” (Juan 17), es un gran servicio a una diócesis que pretende hacer de la integración, una actitud de vida”. Mi reconocimiento a sus esposas, hijos y nietos a quienes, a medida que continúo recorriendo y conociendo, valoro como opción eclesial servidora y testimonial por la que han optado. Gracias por el apoyo que brindan a maridos, papá o abuelo con el Orden Sagrado del Diaconado y el sacramento del Matrimonio en conjunto armónico.

Que la Virgen de Guadalupe haga de cada familia de diácono, una Iglesia doméstica de fidelidad, fecundidad y compromiso.

Los saludo en Jesús de Nazaret, con mucho cariño y gratitud.

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