Cada diácono lleva una cruz

Referente Nacional del CIDAL en Chile

Santiago, Chile, 1º de agosto de 2012
miguelangel.herreraparra@gmail.com

Si de Cristo somos manos,
son manos crucificadas,
que mueren por los hermanos,
en misiones asignadas.

Somos, de Cristo, Evangelio,
llevamos buenas noticias,
en la cultura del hielo,
que aturde nuevas primicias.

Somos profetas, que lloran, la injusticia en nuestro mundo,
y, entre angustias, colaboran, con su servicio profundo.
Somos adultos, sonrientes, que ya optamos por la vida,
y entre tantos penitentes, somos alegre fe, asumida.

Somos esposos y padres,
ciudadanos responsables,
entre amigos y compadres,
cristianos, fieles y amables.

Si hay miradas negativas,
si existe la incomprensión,
si invisibilizan, altivas,
nuestro ser, nuestra misión.

Si, en nuestra Iglesia, aún hay miembros,
indiferentes al rol,
del constructor, entre escombros,
que aportamos Luz del Sol.

La cruz, es ya no servir,
y quedarse entristecidos,
sin ganas de sonreír,
por la muerte, ensombrecidos.

No olvidemos que llevamos,
la cruz y resurrección,
de Jesús, a quien amamos,
con el alma y corazón.

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