Benito Hernández Hechevarría recibe los ministerio de lector y acólito en preparación a la ordenación como diacono permanente (Cuba)

 

La fiesta patronal de San José, celebrada en Jobabo el viernes 18 de marzo, en vísperas de día en el cual la Iglesia honra al Protector de la Sagrada Familia de Nazaret, fue bajo una intensa lluvia y qué otra cosa se podía esperar… Dicen quienes ya peinan canas que el agua llega como una bendición siempre para esta fecha como respuesta ante el pedido de los pobladores por el necesario recurso.

De ahí que la madre natura se mostrara espléndida entonces en estas tierras del sur de Las Tunas donde hace meses que no caía ni una gota y la fuerte sequía se hacía notar en el color amarillento de los campos y los polvorientos caminos.

En medio de este signo divino tuvo lugar una celebración singular, en la cual Benito Hernández Hechavarría recibió los Ministerios de Lector y Acólito en preparación a la Ordenación como Diácono Permanente, como un signo de crecimiento espiritual y fidelidad.

Por eso el agradecimiento ante un gesto que beneficia a la comunidad católica y ratifica el compromiso de quien por largo tiempo celebró la Palabra, fue catequista, Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión y educador. Ahora es un representante de la Iglesia que se prepara para recibir el orden sacerdotal del Diaconado Permanente.

En la celebración monseñor Emilio Aranguren Echeverría, obispo de la Diócesis de Holguín, resaltó la necesidad de personas que, como Benito, obedezcan a Dios y así hacer realidad la Palabra del Padre Nuestro, de hacer su voluntad, aprender a orar, hacer lo que Él quiere y espera de nosotros.

El obispo, previo al inicio de la Eucaristía, destacó en tono jocoso que “al parecer San Pedro se puso de acuerdo con San José para que la lluvia llegara como regalo.”

Grandes aguaceros suelen caracterizar siempre estas fiestas patronales, según la sabiduría popular; pero lo que no estaba previsto, agregó nuestro obispo, era que además nos acompañara un apagón eléctrico.

Y es que de todo hubo; pero ningún motivo para quejarnos. Fue una realidad la lluvia y la falta de fluido eléctrico. También se hicieron presentes la voluntad de alumbrar con linternas y teléfonos celulares, la disposición de la mayoría para socorrer con sus sombrillas a los que se acercaban al templo, la alegría de aquellos que desde lejos acudieron al encuentro.

La ocasión fue propicia además para que surgieran anécdotas, en las cuales se descubre la presencia de José en muchos hombres buenos, trabajadores buenos, padres buenos y creyentes buenos, que aunque no son los progenitores biológicos, se manifiestan cotidianamente en nuestras familias con iguales virtudes a las de José. De ahí la vigencia del Evangelio que con sus más de dos mil años se actualiza hoy entre nosotros.

Esta fue una gran fiesta -que precedió a la Misa Crismal en la Catedral holguinera- y a la cual asistieron representantes de las comunidades de Las Tunas, sacerdotes y religiosas de la Vicaría tunera, diáconos permanentes y seminaristas diocesanos, momento que concluyó con sonrisas, mensajes de gratitud por el acompañamiento y aplausos.

Ada Cristina Higuera Tur y Vicente Ignacio Álvarez Morell

Foto Vicente Ignacio Álvarez Morell
http://www.iglesiacubana.net/

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