El arzobispo emérito de Corrientes (Argentina), monseñor Domingo Salvador Castagna, habla sobre los diáconos

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, advirtió que el mundo actual tilda de fanatismo la “singular adhesión a la persona de Jesús. Para no ser calificados con ese indeseado mote, debiéramos excluir de nuestra vida toda indefinición y ausencia de compromiso. ¡Cuántos incomprometidos e indecisos merodean nuestra moderna sociedad!”

“Alguna vez hemos mencionado la existencia de quienes se autocalifican ‘católicos’, pero no fanáticos’. Los populares ‘no practicantes’ engrosan ese listado. Muchos conciudadanos nuestros no han tenido la oportunidad de un encuentro real con Jesucristo, el autor de la fe. Por lo mismo, no llegan a ser del todo responsables de la incredulidad que padecen”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado consideró que “es entonces cuando la acción evangelizadora, confiada por Jesús a los apóstoles y a toda la Iglesia, debe empeñarse para que el mundo sea notificado del acontecimiento que lo pondrá en contacto con su Redentor”.

“Cuando se produce el mismo, aparece una nueva perspectiva de vida. De lo contrario, ¡qué triste e irrespirable se vuelve el clima social en el que se moviliza!”, sostuvo, y recordó que el X Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en Corrientes, en septiembre de 2004, tenía como propósito y lema la centralidad de Cristo, presente realmente en la Eucaristía.

Tras hablar sobre las  enseñanzas del Maestro divino y el compromiso versus el fanatismo, Monseñor Castagna   explicó la centralidad de Cristo con estas palabras:
«En la Solemnidad de Corpus hemos recordado la centralidad de Cristo Redentor,  presente en el Misterio eucarístico. Hoy es su enseñanza la que aparece como expresión diáfana de su centralidad. Es conveniente insistir en ella para que la relación con Él se concrete con eficacia salvadora. El celo apostólico concentraba el esfuerzo principal de aquellos hombres – los Apóstoles – constituidos en fundamento de la Iglesia: “Ustedes están edificados sobre los apóstoles y profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo” (Efesios 2, 20). La elección de los primeros siete diáconos respondió, en aquellos primeros tiempos de la fe, a la urgencia y necesidad de que los Apóstoles dedicaran todo su empeño a la predicación de la Palabra y a la fracción del Pan (Hechos 6, 1-4). Ya que: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar de la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hechos 2, 42). Aquella decisión oportuna mantiene hoy su vigencia. Es comprensible que el mundo no lo entienda, mientras se mantenga impermeable a la Palabra que la misma Iglesia ahora le propone. Es imprescindible que los responsables de la evangelización hagan resonar el mensaje cristiano en los espacios, en los que todos los hombres ponen en juego sus vidas y sus personales destinos. El misionero no es un fanático, sino un responsable transmisor del mensaje confiado a los Apóstoles y encarnado en los nuevos profetas: los santos».

Las palabras del obispo emérito de Corrientes fueron sobre la familia cristiana.

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